TIPOS DE TELEVISIÓN ALTERNATIVA: HEGEMONÍA, ESTATAL,
REGIONAL, LOCAL, RESTRINGIDA Y POR CABLE.
Hegemonía.
Hegemonía se entiende como sistema mediático aquel integrado
por: la televisión, la prensa escrita y las emisoras de radio; la publicidad,
el cine, las industrias musical, editorial y videográfica, los medios basados
en conexión vía web (entre los cuales cabe integrar las crecientes variantes de
telefonía móvil).
Se encarga de difundir informaciones que satisfacen la
curiosidad y permiten a los ciudadanos una percepción del mundo; contribuir a
una cohesión social basada en el consenso establecido por la información que
difunden y las interpretaciones básicas de la misma; proporcionar compañía,
entretenimiento y diversión; satisfacer demandas culturales y de conocimiento
inactual;
Legitimiza los subsistemas económico, político y cultural
con la difusión de normas, valores, opiniones y actitudes sociales; fomentar el
consumo y actuar como factores de desarrollo económico; simbolizar, con su
presencia continua, la permanencia tranquilizadora del mundo cotidiano y, así,
contribuir al refuerzo de la identidad social.
En el marco de tal sistema mediático —«la televisión ostenta
una evidente hegemonía por la audiencia masiva, por el tiempo dedicado a su
consumo y, sobre todo, por las funciones que ejerce, mucho más variadas que el
resto de los medios (…) también detenta un liderazgo en el uso del tiempo
libre, dado el masivo equipamiento de los hogares y la centralidad adquirida en
los hábitos domésticos».
Caracteriza el tipo de comunicación que ejerce la televisión
como una polidiscursividad que implica: Cotidianización del espectáculo. La
realidad queda transformada en un gran espectáculo destinado a seducir a la
audiencia Fragmentación. Para fidelizar a la audiencia se hace de toda
programación un discurso fragmentario de permanente promesa (…), con lo cual se
promueve la atención hipnótica del espectador fiel.
Otros rasgos de la polidiscursividad que Sánchez Noriega
(2006) le atribuye a la televisión son: Heterogeneidad y eclecticismo. La TV
procura ser variada, para ello canibaliza cualquier tradición (…) No obstante,
con la continua repetición, su heterogeneidad se hace rutinariamente homogénea.
Autorreferencia e intertextualidad. La TV fabrica un espacio autónomo de
realidad virtual donde se instalan temas, historias y personajes que adquieren
notable independencia de lo real, transitando de un formato a otro o entre
programas.
Una última propiedad de la polidiscursividad que Sánchez
Noriega (2006) le atribuye a la televisión es: Incorporación del receptor. En
la propia estrategia discursiva de la TV, aparece la incorporación del público
en el mensaje —como testigo, concursante, destinatario de la publicidad,
etcétera—. A través de esta estrategia, también se procura la fidelización de
la audiencia.
Televisión Estatal, Regional, Local, Restringida y por
cable.
Presionados por el agotamiento del modelo de desarrollo,
seguido particularmente desde la década de los cincuentas, que se caracterizó
por la participación activa y creciente del Estado en la economía, mismo que
hizo crisis a principios de los ochenta y que arrojó un enorme déficit en las
cuentas públicas y un pesado endeudamiento externo, los artífices de la
política económica nacional, locales y no, dieron inicio a un proceso de
desestatización de la economía, que incluyó la privatización y liquidación de
una enorme cantidad de empresas públicas, la disminución del gasto público, el
despido de miles de burócratas y en general lo que se llamó el achicamiento del
Estado.
Para finales del sexenio salinista y con datos de la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se habían efectuado un total
de 418 procesos de venta, fusión, liquidación, extinción y transferencia de
entidades paraestatales, quedando únicamente 246 empresas de las 1155 que
existían hasta 1982, año en que dio inicio todo este procesos de
desestatización. 1
Según esta misma información, durante el gobierno de
Salinas, se desincorporaron 269 empresas, dato que no concuerda con lo
informado por el propio Salinas en 1992, durante su cuarto informe de gobierno,
al señalar que habían sido desincorporadas 362 entidades paraestatales y al 30
de septiembre, de ese año, existían 221.
La readecuación de la intervención del Estado en la
economía, rompió también con el discurso que había respaldado todo aquel
proceso. Cuando José López Portillo nacionalizó la banca privada en 1982 dijo:
"La Revolución se libera de temores y acelera su paso", con Salinas
se privatiza nuevamente la banca y el discurso revolucionario ya no existe más.
Ahora, se acuña una nueva divisa discursiva: El Liberalismo Social, que Emilio
Lozoya, Secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal define -frente a
Salinas- así: "es un principio juarista y en él está el equilibrio entre
libertad y justicia, que no cancela la riqueza, sino que busca su incremento y
su mejor distribución, además de que combate la pobreza mediante la solidaridad
(SIC) entre los grupos comunitarios".2
Hoy con ese discurso se arropan los
"modernizadores" al romper con el modelo del Estado- Benefactor.
El proceso de desestatización de la economía ha implicado un
alto costo para la formación social mexicana como ha sido la "ruptura de
la estabilidad", una profunda crisis social así como la agudización de las
tendencias concentradoras del capital, frente al empobrecimiento de las mayorías
nacionales, que han llegado inclusive a la hambruna, como es el caso de los
Tarahumaras en Chihuahua.
Efectivamente, la desestatización ha sido un proceso
inducido por las consecuencias de la alta participación del Estado en la
economía, que arrojó como resultados una larga lista de entidades deficitarias,
así como una severa crisis fiscal y un enorme endeudamiento externo, pero
también un poderoso sector privado que se benefició notoriamente de la
actividad estatal y ahora de las privatizaciones.
Para septiembre de 1993 y según datos del Instituto Nacional
de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) el 38% del Ingreso se
concentraba en el 10% de la población, mientras que el resto de la población
había disminuido su participación del 67% en 1984 al 62% en ese año. 3
Manuel Espinosa Iglesias, exbanquero y el principal
accionista de Bancomer al momento de ser éste nacionalizado, se ha referido al
proceso privatizador, desnudándolo de alguna manera, al señalar que: "en
aras de lograr el mejor precio y la mayor rapidez en la desincorporación de las
empresas estatales, el gobierno mexicano decidió venderlas a grandes grupos
económicos y provocó con ello que los elegidos concentren la riqueza y manejen
prácticamente la economía de todo el país".
Y agregó "la concentración de la riqueza es uno de los
factores que impiden la libre competencia ... la formación de estos grandes
grupos impide la entrada de más competidores, y da lugar a monopolios o en el
mejor de los casos a oligopolios".4
Básicamente fue a principios de 1983 que se dio inicio al
llamado proceso de modernización de la estructura productiva nacional y que sin
duda ha implicado la implementación de todo un proyecto de nación, diferente,
de alguna manera, al que se vino desarrollando hasta 1982, que culminó con la
nacionalización de los bancos privados del páis y con una severa crisis, que
sentó las bases para el abandono de ese modelo por agotamiento y la adopción de
otro, que incluyó:
Apertura comercial, con la inclusión de México al GATT y
posteriormente, en 1993, la incorporación del país al Tratado de Libre Comercio
con Estados Unidos y Canadá.
Desestatización de la economía, bajo el modelo Neoliberal,
fundado en la noción del libre mercado como generador y distribuidor de la
riqueza, limitando la participación directa del Estado en la economía y
privatización, liquidando, extinguiendo o transfiriendo un gran número de
empresas públicas.
Apoyo selectivo a los grandes capitales.
Desarrollo de una política de asistencia social igualmente
selectiva y manejada con criterios de subsistencia política, del grupo en el
poder.
Liberación de precios de todas las mercancías, excepto el de
la fuerza de trabajo, que ha sido sujeta a un severo control, mediante la
imposición de "topes salariales".
La recaudación del discurso oficial, que pasó del Estado
revolucionario al reformador, cuyos objetivos son alentar la inversión privada,
realizar inversión pública en infraestructura y "desarrollo social".
Dentro de este nuevo proyecto de nación impulsado por el
salinismo, particularmente, es que se da la privatización de las empresas
estatales de televisión, a lo que habré de avocarme ahora.
Los antecedentes
Los antecedentes
La televisión del Estado y en general la televisión es un
instrumento del que se sirve el poder para gobernar y obtener los consensos
necesarios que le permitan lograr sus objetivos.
En México la televisión surge en los años cincuenta con una
orientación básicamente mercantil, que incluye el manejo de este importante
medio de comunicación, por parte de concesionarios privados y que se ha
caracterizado por una estructura prácticamente monopólica, que ha conferido a
sus propietarios un enorme poder derivado de su capacidad para influir sobre
las conciencias y voluntad de millones de mexicanos, así como de la enorme
fortuna que han amasado a lo largo de los años y para lo cual ha contado con el
apoyo gubernamental.
En la historia de la televisión mexicana se pueden
identificar tres grandes periodos:
a) El surgimiento. Que tiene que ver con la adopción del
modelo comercial-privado estadounidense y la aparición de los primeros
concesionarios, que fueron notoriamente apoyados en sus proyectos empresariales
por los gobiernos mexicanos, quienes lo utilizaron como instrumento ideológico
de legitimación.
b) Expansión monopólica de la Televisión Privada. Esta
segunda etapa se caracteriza por la integración del monopolio de la televisión
privada en México, que se concreta en el año de 1972 con la fusión de
Telesistema Mexicano y Televisión Independiente de México en una sola empresa
denominada Televisa.
En este periodo la televisión se convierte en un instrumento
ideológico del gran capital monopólico y entra en contradicción, en diversas
ocasiones, con los gobiernos en turno.
Es precisamente en el año de 1972, el mismo en que se crea
Televisa, que el gobierno de Luis Echeverría adquiere de Francisco Aguirre la
Corporación Mexicana de Radio y Televisión (CMRT), concesionaria de canal 13.
Este periodo comprende de 1970 a 1982.
c) Vinculación Recíproca. Este periodo da inicio en el año
de 1983 y tiene plena coincidencia con la puesta en marcha del proyecto
neoliberal de modernización.
Televisa tiene una enorme penetración y es el soporte
ideológico del modelo neoliberal así como del grupo en el poder que lo impulsa,
estableciéndose una relación de apoyo recíproco del que depende la
sobrevivencia de todos ellos.
Este periodo se caracteriza también por el desarrollo
impresionante de las tecnologías en telecomunicaciones, mismos que adoptan la
televisora privada, iniciando a la par su internacionalización.
Durante este periodo, la televisión estatal se ve obligada
al autofinanciamiento de sus operaciones, lo que la lleva a una creciente
comercialización y culmina en 1993 con la privatización de Televisión Azteca,
último nombre que se le dio a la empresa pública.
Como antes lo señalé, la participación directa del Estado en
el campo de la televisión, data prácticamente de 1972 al adquirir el gobierno
Canal 13, aunque cabe señalar que el Estado Mexicano ha venido participando en
la gestión directa de la televisión desde 1959, año en que inicia operaciones
Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional, esto independientemente de la
regulación que ejerce a través de la legislación sobre televisión, que en
nuestro país existe formalmente desde 1950, en que se "lanzó al aire"
el Canal Cuatro de la Ciudad de México.
En 1972 inicia la televisión estatal con un proyecto amplio
y de alcance nacional al adquirir Somex el 100% de las acciones de Corporación
Mexicana de Radio y Televisión, concesionaria desde 1968 del canal 13. A partir
de entonces, la empresa estatal padeció todo tipo de modificaciones en sus
contenidos, orientación, estructura, funciones, directivos, etc. que
desembocaron en diversas reestructuraciones.
Después de los aciagos años de lopezportillismo, la
paraestatal se encontró en una situación francamente desastrosa, caracterizada
por el caos administrativo, la carencia de un proyecto definido, el ir y venir
de directores, la corrupción y luchas internas, protagonizadas por los diversos
grupos que ahí se desempeñan. La administración de la empresa se
"consultaba" inclusive con los espíritus, tal como lo señaló Emma
Godoy, íntima amiga de Margarita López Portillo, directora de Radio, Televisión
y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación, quien señaló: "como no,
si todo lo quería consultar ella en sus sesiones de los sábados. Que tenía un
problema personal o social o un problema de la Nación, pues lo consultaba en
esas sesiones donde los extraterrestres, si los extraterrestres! daban soluciones".
En 1983 inicia una nueva etapa para la televisión estatal,
se plantea organizar y modernizar todas las Redes de Televisión Pública. Es así
que el 25 de marzo de 1983 se publica en el Diario Oficial la creación del
Instituto Mexicano de Televisión (IMT) cuyo objetivo sería operar, de manera
integrada las estaciones de televisión, unidades de producción, repetidores y
redes de televisión pertenecientes al Estado: Corporación Mexicana de Radio y
Televisión S.A., Televisión de la República Mexicana, Canal ( de Monterrey,
Productora Nacional de Radio y Televisión, Teleproductora del Distrito Federal,
Canal 2 de Chihuahua y Canal 11 de Ciudad Juárez.
El IMT dio origen al Sistema Estatal de Televisión
denominado Imevisión que se integraría por Canal 13 y un par de nuevos
permisos: Canal 7 y Canal 22.
Para entonces se pretendía que con Canal 7, la Televisión
Estatal diversificara sus fuentes de financiamiento y que su operación no se
sufragará únicamente con fondos públicos, que para 1985 ascendían a 6,951
millones de pesos (Ver cuadros 1 y 2). La meta era que para 1987, la televisión
estatal fuera autosuficiente.
Pero para 1987 las cosas no habían mejorado por lo que el
gobierno federal y el IMT firmaron un Convenio para el cambio estructural y
rehabilitación financiera, donde el Instituto se comprometía a saneas sus
finanzas y lograr en 1989 la autonomía financiera (Ver cuadro 2) y para ello
era necesario adaptar su programación a las necesidades de los anunciantes.
Este convenio de rehabilitación financiera supuso que el
gobierno federal asumiera para de los pasivos, a cambio de compromisos en
materia de producción y productividad.
Otras empresas estatales involucradas en este proceso de
rehabilitación fueron: Ferrocarriles Nacionales de México, Comisión Federal de
Electricidad, Siderúrgica Mexicana, Conasupo, Alimentos Balanceados Mexicanos,
Productos Pesqueros Mexicanos, Fábricas de Papel Tuxtepc, Mexicana de Papel
Periódico, Turborreactores de México, Macocozac y Fertimex.
Para 1988 las cosas seguían sin cambiar y por el contrario,
se habían profundizado una serie de problemáticas que arrastraba la empresa.
Al asumir la dirección general del IMT, en diciembre de
1988, Antonio Alvarez Lima se encuentra con este panorama:
La capacidad administrativa de la empresa es diametralmente
opuesta a lo que debe ser; la entidad está convertida, simplemente, en un
barril sin fondo.
Presionada por la autosuficiencia, la empresa se debate en
una antinomia: o bien cumple con sus objetivos que específicamente son informar
cada vez más y mejor a la nación mexicana; fungir como un apoyo a la educación
y cultura populares; estimular el desarrollo económico de la niñez, ofrecer a
la población un sano esparcimiento; contribuir a la preservación de los valores
e identidad nacionales; fortalecer las convicciones democráticas y constituir
un eficaz instrumento de gobierno al servicio del Estado Mexicano, o se dedica
a al generación de recursos que la hagan autosuficiente por lo menos, con los
riesgos que ello implica, frente a la competencia que se expande manera casi
incontenible y que ha acabado por minimizar a su contraparte estatal,
Con la integración del Instituto Mexicano de Televisión se
agruparon a las distintas entidades públicas hasta entonces existentes y era un
intento de fortalecer a la televisión pública, en el sentido de tener dos redes
nacionales (7 y 13), una gran cobertura (la red 7, noventa y nueve repetidores
y Canal 13, sesenta y cuatro y se esperaba además, que con el 7 se estructurara
un sistema sólido en lo operativo, financiero y comercial. El resultado fue
inverso, pues dejó entre otras cosas:
Dos sindicatos, uno del IMT (organismo público
descentralizado) que pertenece al apartado B y otro de Corporación Mexicana de
Radio y Televisión que pertenece al Apartado "A".
Tres contabilidades, una para el IMT, otra para la
Corporación y otra para la Impulsora de Televisión de Chihuahua.
La integración que pretendió ser benéfica, no contó con que
Canal / y Canal 22 no podían comercializar, pues eran permisos y no concesión,
la única que podía comercializar era Corporación Mexicana de Radio y Televisión
por lo que todo el peso económico recaía sobre ésta.
Se creó una estructura administrativa amorfa, para 1983 CMRT
contaba con 800 trabajadores, con la fusión (IMT) eran más de 5,000.
Para poder sobrevivir este organismo debía recibir subsidio,
pero como empresa debía pagar impuestos y derechos y no pagó nada, ni señal, ni
impuestos a la SHCP y a la Tesorería.
Las producciones de televisión son caras, un programa
"barato" cuesta alrededor de 12 a 14 millones, como es el caso de
"nexos", que es un encargado de la Presidencia de la República; había
otros, muchos más caros y de la misma naturaleza.
Además de un aserie de adeudos históricos, que a principios
de 1990 ascendían a 200 mil millones de viejos pesos.
Feudos de poder, prácticamente casi todos los programas de
televisión correspondían a uno de ellos.
Comercialización pervertida hecha por brokers, planes
franceses a través de bonificar cuatro minutos por uno adquirido, dado el
proceso inflacionario, ventas anticipadas, etc.
Un gran número de "free lancers".
Frente a este panorama, a la nueva administración se plantea
una serie de alternativas:
Dejar las cosas como estaban.
Proponer a la Presidencia de la República la privatización.
Rescatar lo rescatable.
En 1989 se elaboró un diagnóstico de la situación de la
empresa y en 1990 se decidió redimensionarla para privatizar una parte de ella.
Se tomaron una serie de medidas como el despido masivo de personal, de cinco
mil empleados que existían para 1985, en 1990 quedan únicamente mil doscientos.
Además, se optó por eliminar 162 programas que no generaban
recursos y con ellos se fueron más de la mitad de los "free lancers"
que ahí trabajaban.
Complementario a ello y de acuerdo con el proyecto
salinista, se decide poner en venta la Red 7 y el canal 22 y con los recursos
provenientes de esa transacción se pensaba, originalmente, saldar las cuentas
de Canal 13.
El 7 de diciembre de 1990, se publicó en el Diario Oficial
de la Federación la convocatoria para concesionar las frecuencias del canal 7 y
22 de la Ciudad de México.
La privatización de la televisión Estatal.
La privatización de la televisión Estatal.
La televisión Estatal "no busca competir con Televisa,
el nuevo canal (se refería al 7) no pretende competir con Televisa y tendrá
como línea de acción el nacionalismo revolucionario, principio de la economía
mixta que rige en el país" afirmó Pablo Marentes, director de Imevisión el
día que se presentó al sistema televisivo estatal agregó "la televisión
estatal quedó completamente reestructurada, al crearse... Imevisión".
Efectivamente la televisión pública nunca entró en
competencia con el monopolio privado de la televisión, fueron tantos los
proyectos, tantos los directores, tal la corrupción, la desorganización y la
falta de voluntad política que el proyecto de la televisión estatal mexicana
nunca cristalizó y si contribuyó con ello al fortalecimiento de su aparente
competidor, pues se veía en la ineficiencia gubernamental una buena
justificación para la existencia de la libre empresa que no experimenta con los
dineros públicos, sino que arriesga lo que tanto esfuerzo han juntado.
Aparte, con tanto cambio que publico se podía generar, si
cuando se empezaba a aficionar a la alternativa, se daban las sustituciones,
que en muchos casos eran con personal proveniente de la mismísima Televisa.
Jorge Saldaña, uno de los "free lancers" corrido,
afirmaba: "he tenido el placer de servir a 16 directores en Canal 13 y no
creo que este medio se encuentre en una situación lamentable... preciso que
este canal ha sido boicoteado, zancadillado y que algunas veces se le ha
quitado la esencia de lo que debería ser, al grado que ocasionalmente, se han
tomado medidas que benefician a nuestros competidores e inclusive para
nulificar núcleos de auditorio".
La decisión de privatizar la televisión estatal no fue
difícil ya que la televisión privada estaba cumpliendo la parte importantes, en
cuanto a la difusión del mensaje gubernamental y había demostrado
suficientemente su efectividad y compromiso con el proyecto modernizador
impulsado por Miguel de la Madrid y Carlos Salinas.
La era de los enfrentamientos había quedado en el pasado y
el discurso oficial es semejante al que los concesionarios utilizaron,
particularmente para criticar a los sexenios de Echeverría y López Portillo.
Tanto el gobierno salinista como el empresario Emilio Azcárraga se entendieron
y reconocieron su afinidad de intereses: a mí me interesa que subsistas tú,
para que prospere mi proyecto y viceversa.
Con el doble propósito de: a) hacer más atractivo el paquete
y, b) legitimar la privatización de la Cadena más importante de la Televisión
Estatal, sin demeritar el discurso oficial sobre TV como "opción para el
desarrollo de la cultura", Carlos Salinas decidió por no privatizar el
limitado Canal 22 de UHF e incorporar al Canal 13 en el paquete para privatizar
el 7.
Y efectivamente en marzo de 1992, la Secretaría de
Gobernación anunció la privatización de Corporación Mexicana de Radio y
Televisión, Canal 13 que se sumaba al paquete del 7, el periódico El Nacional,
la Compañía Operadora de Teatros (Cotsa) y los Estudios América.
Ante la oferta, el semanario Época, que preside Abraham
Zabludovsky, y que es vocero de la empresa en que colaboran él y su padre,
Televisa, manifestó: "La decisión del gobierno de poner en venta su
principal órgano de televisión debe ser vista como parte de la Reforma del
Estado, pero también como expresión de una voluntad de sostener otro tipo de
relaciones con los medios de información y por consecuencia con la sociedad en
su conjunto".
"Canal 13 es en la lista de vergüenzas nacionales una
de las mayores. De tumbo en tumbo desde su compra por Somex -hace 20 años- ha
sido ámbito de corrupción, ineficacia e ineptitud en grado mayúsculo. Sólo
recordar el desfile de directores que nada hicieron nace dos sexenios basta
para llenar de pena y coraje a quien tenga memoria".
"El descuido, la burocracia, el dejar hacer y dejar
pasar mientras el bolsillo engorda no son fórmulas de administración que pueden
lograr el éxito de una televisora, ni de ningún otro negocio".
Este último párrafo es importante pues si alguien se ha
beneficiado del dejar hacer y dejar pasar y ha engordado los bolsillos hasta
llegar a las listas de ricos de la Revista Forbes han sido ellos y
particularmente Emilio Azcárraga Milmo, quien ante la complacencia y fomento
gubernamental ha generado una de las grandes fortunas en nuestro país, amén de
que si privatizar significa abrir los medios a la sociedad, ello no ha pasado
por Chapultepec 18 y ahora, por Periférico 4121.
"Militante orgulloso y disciplinado, Emilio Azcárraga,
el Tigre, uno de los principales millonarios del mundo y presidente del grupo
Televisa, siempre ha puesto a disposición del PRI todo el poder y recursos del
consorcio" escribe Salvador Corro en Proceso, y agrega: "En febrero
del año pasado (1993) Azcárraga confesó: "gracias al Presidente de la
República se nos ha concedido la posibilidad de dos canales para explotar esta
tecnología (de alta definición)".
"¿Quién ayuda a quién? Es una relación simbiótica que
quedó demostrada en 1993, cuando el Presidente Salinas pidió ayuda económica a
los más ricos del país en favor del PRI, para que siga siendo el gran partido
de México...".
"El primero en responder fue Azcárraga: "he ganado
tanto dinero en estos años que me comprometo a aportar una cantidad mayor... el
Tigre se había comprometido a dar al PRI 70 millones de dólares".
Fue finalmente el 3 de marzo de 1993 que el gobierno federal
a través de la SHCP anunció las bases para participar en la privatización del
paquete de medios de comunicación.
Para participar en el proceso de subasta se inscribieron
cuatro grupos:
Grupo Medcom, formado por Adrián Sada y Clemente Serna.
Geo Multimedia, representado por Raymundo Gómez Flores.
Cosmovisión, integrado por Javier Sánchez Campusano, Javier
Pérez de Anda, Adrián Pineda y Francisco Aguirre, y Radio Televisora del
Centro, de Ricardo Salinas.
Para entonces la situación de la televisora estatal se había
modificado ya sensiblemente, pues con el propósito de obtener la concesión, en
vez del permiso, para la operación del Canal 7, se crearon nueve empresas que
la obtuvieron: Impulsora de Televisión del Centro, Corporación Televisiva de la
Frontera Norte, Impulsora de Televisión del Norte, Corporación Televisiva del
Noreste, Compañía de Televisión de la Península, Compañía Mexicana de
Televisión de Occidente, Televisión Olmeca y Televisora Mexicana del Sur; y
además se liquidaron el Instituto Mexicano de Televisión y la Corporación
Mexicana de Radio y Televisión creándose una nueva empresa denominada
Televisión Azteca, que no tenía pasivos, se habían desmantelado los feudos y el
personal no superaba los cuatrocientos.
Se designó a Carlos Gutiérrez Jaime, director de la empresa
quien sustituyó a Romeo Flores Caballero, el que salió en medio de fuertes
acusaciones de corrupción e ineptitud.
La empresa es considerada como un gran negocio potencial y
según finalistas financieros "la red televisiva estatal con base en sus
activos no vale más de 300 millones de dólares... y el ganador tendrá que
invertir de entrada 70 millones de dólares adicionales al precio de los
canales- por lo que el gobierno estima obtener 500 millones de dólares-, para
la educación del equipo".
En julio de 1993, el gobierno federal falló a favor del
grupo Radio Televisora del Centro que presentó la mejor oferta por el
"paquete": 465 millones de dólares.
Una vez definido el proceso, Salinas ofreció invertir
treinta millones de dólares para ampliar la cobertura, el Canal 13 opera 53
estaciones y el 7 con 40. "No le vamos a quitar el mercado a Televisa,
pero sí creceremos".
El resultado más evidente de este proceso fue que el
gobierno salinista falló a favor de quien pagó más y no del que presentó el
mejor proyecto, tal y como se adujo en diversas ocasiones por los voceros
gubernamentales.
Sobre esta privatización señaló Lorenzo Meyer "la
enorme simplificación del mundo que hacen los economistas neoliberales
mexicanos, llevó al secretario de Hacienda a privatizar los canales de
televisión del Estado fijándose única y exclusivamente en quién pagaba más
olvidándose por entero del papel social de la televisión".
Cuando Carlos Salinas habló del paquete de medios, dijo que
se trataba de una oportunidad para abrir mayores cauces de participación de la
sociedad civil en el uso y en el manejo de los medios electrónicos de
comunicación masiva, pero evidentemente la oportunidad fue aprovechada por
alguien de la sociedades civil con 645 millones de dólares y quien se define
como "un hombre peculiar, apoyador del PRI y que no cree en la democracia
y piensa que ésta no existe en México. Espera que pase mucho tiempo antes de
que se presente en el país pues hoy los mexicanos no están preparados para
ella... y opina que el proyecto de su grupo no es político sino de
entretenimiento".
Con la privatización de Televisión Azteca concluyó la
intervención directa del Estado en el campo de la televisión en un proyecto de
alcance nacional. Hoy sólo quedan el Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional
y el Canal 22 de la banda de UHF, limitados en su cobertura.
Durante los veintiún años que duró la presencia estatal en
la televisión, no fue posible crear un proyecto con características propias y
bien definidas, sino por el contrario, se desarrolló un estilo de gestión y
televisión que fue sujeto de los vaivenes sexenales, de los caprichos del poder
inclusive, de la corrupción solapada, de la carencia de una voluntad política y
del poderío económico y político que ha adquirido el virtual monopolio de la
televisión comercial en México, Televisa, que a últimas fechas se alió con la
privatizada Teléfonos de México para explotar Cablevisión. Esta fusión, que se
da al final del sexenio salinista, ilustra suficientemente el nivel de
identificación de intereses a los que llegaron la cúpula del poder de México y
los concesionarios privados de la televisión; amén de analizar el papel jugado
por el monopolio en el reciente proceso electoral donde se privilegió al
candidato oficial, Ernesto Zedillo.
La televisión es un medio poderosos y el señor Salinas los
utilizó ampliamente en los últimos días de su sexenio, bien para someternos a
un auténtico bombardeo propagandístico de Solidaridad o para una entrevista
autoelogiosa, con Rolando Cordera y Ricardo Rocha de Televisión Azteca y
Televisa (la unidad sublimada) la que utilizó para hablar de sus logros, de la
democracia, la justicia social y el Estado de derecho en que vivimos los
mexicanos. Al canto del cisne, el jueves 17 de noviembre, un par de policías
judiciales me interceptaron en la Alameda a punta de pistola y al grito de
¡identifícate, no somos rateros, somos policías! Me identifiqué, y me trajeron
de aquí para allá, sin orden de aprehensión o acusación alguna de por medio,
únicamente me decían: estás en un lío muy gordo. ¿Cuál?, pregunté y la única
"acusación": "eres un comeniños" me dijo uno, (el jefe
aparentemente), le pregunté: ¿Qué es eso? y me respondió ¿Qué cosas de valor
traes?, yo: nada. Una hora después y no sin antes quedarse con mi credencial de
trabajador de la Universidad Autónoma Metropolitana, me dijeron: "Te
puedes ir".
"Efecto boomerang", le llaman los estudiosos de la
Comunicación a aquél que se produce cuando el mensaje difundido en los medios
no concuerda con lo que sucede en la realidad, y aún más es diametralmente
opuesto y se le revierte al emisor de manera tal como sucede en nuestro país:
la falta de credibilidad de que goza el gobierno y en este caso el modernizador
Salinas, cuyas privatizaciones fueron "absolutamente transparentes",
como en el caso de Teléfonos de México, por citar solamente uno.
Como en todo el mundo, la TV de paga inició aquí para
recibir las señales radiodifundidas con una antena comunitaria. De esa manera
poblaciones lejanas pudieron, simplemente, ver la televisión. Al principio de
los años setenta se comenzaron a “bajar” señales estadounidenses: NBC, CBS y
ABC. Cablevisión inició sus operaciones en pocas colonias del D.F. mezclando
canales abiertos y estas señales “importadas”. La penetración y el crecimiento
fueron lentos e inconsistentes. Las autoridades tardaron en entender este
servicio pues creían que era “para ricos”, no lo promovieron y difícilmente lo
autorizaron. Poco a poco la gente descubrió las antenas parabólicas y con ellas
la posibilidad de recibir señales extranjeras de cine, deportes, noticias y
programación infantil (por no hablar de los canales para adultos). Llegaron a
operar cerca de un millón de antenas piratas sin que la autoridad responsable
pudiera impedirlo.
A finales de los ochenta se comenzaron a liberar concesiones
de televisión por cable para las ciudades más importantes de la República, que
programaban la misma televisión radiodifundida y canales estadounidenses, sin
el consentimiento de sus productores. Más tarde surgieron los sistemas MMDS y
DTH. El tema de la programación se fue regularizando poco a poco y las señales
extranjeras comenzaron a producir versiones latinoamericanas de sus canales,
como el Discovery o MTV.
Para 1997 la fiebre del cable llevó a que casi todas las
poblaciones en el país con más de diez mil hogares tuvieran una o más
concesiones para prestar el servicio. Actualmente las tecnologías permiten
aumentar la oferta y los prestadores del servicio se han descubierto a sí
mismos como titulares de redes públicas de telecomunicaciones, lo que ha
implicado que pongan su atención en nuevos servicios, como el Internet y la
telefonía, pero han dejado que la televisión funcione básicamente con la misma
oferta. De este modo los concesionarios de TV restringida han sido revendedores
de señales y sólo por excepción, productores o generadores de nuevos
contenidos.
Es paradójico que haya canales radiodifundidos que
prácticamente sólo se pueden ver por los sistemas de paga. Ejemplos: el 22, 40
o el 28 de UHF del D.F. y la apuesta es que en pocos años casi el 100% de la televisión será por medio de los sistemas de paga. Nadie en su
sano juicio va a comprar un receptor de alta definición (HD) para recibir señales
con una antena de conejo.
Sirva todo esto para hablar de los contenidos de la tv
restringida. Da la impresión de que los concesionarios nunca han hecho
conciencia sobre las posibilidades que su medio les ofrece. La empresa PCTV,
estrechamente ligada a la CANITEC, (antes Cámara de la Industria de la
Televisión por Cable, hoy Cámara de la Industria de las Telecomunicaciones por
Cable) produce y distribuye algunos canales que son recibidos por todos los
concesionarios miembros de su agrupación, los cuales tienen una masa crítica de
audiencia superior a la de muchos canales radiodifundidos lo que les permitiría
llevar mensajes, comercializar y hacer presencia de manera mucho más fuerte y
decidida. Pero no. Su programación y su influencia es menor y parecería que los
cableros y en general los responsables de las empresas de TV restringida no
tienen claro los alcances de sus propios medios y se concretan a revender
señales o en el mejor de los casos en comprar programas, pero de manera casi
nula a producir contenidos propios. A pesar del ejemplo norteamericano, nadie
ha querido apostar aquí por fórmulas como las que en su momento intentaron
Turner, Disney, HBO, Fox, Nickelodeon, ESPN, MTV, Sony o A&E. Hacer auténticos canales para el consumo
local y la exportación; no refritos de la televisión abierta vueltos a
empaquetar.
Parece mentira pero quienes han puesto el ejemplo en México,
en materia de producción de contenidos para la tv restringida, son el Canal del
Congreso y la Suprema Corte.
En su sentido más amplio se entiende televisión por cable
como cualquier transmisión de señales televisivas mediante una red de cables de
banda ancha, gracias a la cual se distribuye un conjunto de servicios.
En un comienzo la televisión por cable tuvo sus orígenes en
las instalaciones de antenas colectivas de grandes comunidades rurales (CATV),
pero sus funciones se ampliaron rápidamente con la distribución de programas
televisivos complementarios.
Su importancia en la sociedad actual reside en la idea de
que ella permite la transmisión de innumerables programas complementarios,
dejando así cada vez más atrás el problema de la escasez de frecuencias que
sufre en la transmisión inalámbrica.
La televisión por cable inicialmente fue una ayuda técnica
para mejorar la captación de los programas inalámbricos existentes, luego se
comenzaron a atribuir cualidades que hubieran sido inimaginables en una primera
etapa.
La radiodifusión por cable alcanzó dimensiones completamente
nuevas gracias a la comunicación vía satélite. Gracias a ésta se consiguió
interconectar a pequeños sectores de territorio con redes más grandes.
La televisión por cable, conocida antiguamente como
televisión por antena comunitaria, nace en las montañas de Pennsylvania hacia
fines de la década de 1940. En esta época sólo existían unas pocas estaciones
de TV, transmitiendo principalmente en las grandes ciudades, como Philadelphia.
La gente que no vivía en una ciudad, o en un lugar donde las señales podían ser
recibidas fácilmente, se veían privadas de ver televisión.
John Walson, propietario de una tienda en la pequeña ciudad
de Mahanoy vio la dificultad de vender televisores a los residentes del lugar
ya que la recepción de señales allí era muy pobre, debido a la ubicación del
pueblo en un valle y a una distancia de 150 kilómetros de la estación
transmisora en Philadelphia.
Naturalmente la señal no atravesaba las montañas y era
imposible una buena recepción, excepto en las colinas en las afueras del
pueblo, donde Walson, en una cima, colocó una antena. La señal de TV era
recibida y transportada hasta su tienda.
Con los buenos resultados obtenidos, la venta de televisores
comenzó a crecer. Utilizando cable coaxial y 'boosters' (amplificadores)
construidos por él mismo, comenzó a darle mayor calidad al servicio de antena
comunitaria, que brindaba a los compradores de televisores de su tienda. Nace así
la televisión por cable en Junio de 1948. Milton Jerrold Shapp desarrolló un
sistema para eliminar los 'bosques' de antenas que se encontraban en las
azoteas de los edificios por departamentos. Bajo este sistema, una antena
maestra (MATV) puede ser usada por todos los televisores en el edificio. Su
secreto: el cable coaxial y amplificadores de señal, capaces de transportar
múltiples señales.
Al mismo tiempo en las cercanías del pueblo de Lansford,
Robert Tarlton, otro vendedor propietario de una tienda, experimentaba el mismo
problema que Walson. Tarlton leyó acerca del nuevo sistema de Shapp, si él lo
utilizó para los edificios, pensó, se podría utilizar para su pueblo también.
La TV por cable, como se la conoce hoy día, nació cuando Tarlton cableó Lansford
utilizando cable coaxial y amplificadores fabricados comercialmente.
Con la ayuda de la innovación de Milton Shapp, la televisión
por cable se esparció rápidamente a todo el país, a áreas rurales remotas desde
la originación en las ciudades. Por muchos años el cable fue simplemente una
forma de retransmisión de las estaciones alejadas sirviendo de antena
comunitaria.
Esto no seguiría así durante mucho tiempo; Walson a
principios de 1950 y después otros propietarios de sistemas comenzaron a
experimentar con sistemas de microondas para recepcionar señales de ciudades
lejanas.
Por la variedad de señales ofrecidas a los suscriptores es
que el cable se vuelve más atractivo y eventualmente se traslada a las ciudades
donde la gente reclamaba más opciones de señales. Tal vez el gran evento en lo
que hace al cable y a decir de muchos el responsable del rápido crecimiento
durante la última década, fue el desarrollo de la TV paga (Pay TV). La
televisión paga fue lanzada en Noviembre de 1972 cuando la empresa Service Electric
ofrece Home Box Office (HBO) en el sistema de cable de Wilkes-Barre,
Pennsylvania. También fue HBO el primer servicio en utilizar la distribución
vía satélite para su programación.
Gran cantidad de países están proyectando no transmitir más
programas de radio y televisión a través de redes emisoras terrestres y
transmitir las emisiones públicas únicamente por cable o vía satélite. Las
frecuencias terrestres que quedarán libres en esta zona estarían entonces a
disposición de los demás servicios radiofónicos, tales como la radio terrestre
pública móvil, la radio terrestre móvil privada, la radio marítima, los
servicios radiados militares, la radio de la aviación, los sistemas radiados de
telecontrol, etc. Sin embargo deberán quedar en activo las emisoras terrestres
en un número determinado para poder abastecer a los usuarios de receptores
portátiles (por ejemplo, autoradios) dentro de los ámbitos locales- regionales.
Cualquier antena colectiva se convierte en una instalación
de televisión por cable cuando se está introduciendo uno o varios programas
complementarios.
Las antenas
individuales abastecen normalmente sólo a un hogar. Generalmente no precisan de
amplificador alguno, recibiendo ondas medias, largas y corta, así como
programas de ultracortas, y además los programas televisados VHF y UHF.
De todos modos, a pesar de vigoroso proceso del cableado, la
antena individual va a conservar su importancia comunicativa. Las antenas
colectivas y las instalaciones de televisión por cable normalmente abastecen de
manera centralizada, siendo las líneas de transmisión poco protegidas contra
daños o acciones terroristas, por ello la libertad de comunicación y de
información electrónica no puede garantizarse al ciudadano basándose
exclusivamente en las redes de cables. Debe tenerse en cuenta que utilizando el
cable como única posibilidad de transmisión de informaciones la recepción de
programas puede llevarse a cabo de forma discrecional. A ello hay que añadir
que mediante las redes de cable sólo se puede transmitir una selección de todos
los programas que atraviesan el aire. Se trata de una preselección en la que el
ciudadano casi no puede intervenir.
Las instalaciones de antena colectiva abastecen a varios
hogares, entregándoles todos los programas recibidos inalámbricamente en el
lugar o bien una selección de los mismos. Disponen de amplificadores
electrónicos
Las antenas colectivas de grandes comunidades abastecen a
los hogares ubicados dentro de un bloque de viviendas, de una urbanización, de
una aldea, o de una región. Las señales televisivas o radiadas se distribuyen
desde el punto central hasta las conexiones particulares. En cada plano de la
red hay instalado amplificadores, de tal manera que cada hogar recibe señales
de intensidad aproximadamente equivalente.
Las instalaciones de cablevisión tienen una estructura
idéntica a las instalaciones de antena colectiva de grandes comunidades. En
ellas se introducen programas adicionales e incluso propios.
Una instalación de televisión por cable consta, desde el
punto de vista técnico, de una estación receptora y emisora (cabecera de la red
= headend) ubicada normalmente en un lugar único y de una red de cable
propiamente dicha. Desde la cabecera de la red se pueden alimentar, dentro de
una instalación de antena colectiva de comunidad grande o dentro de una de
televisión por cable, a varios de cientos de millares de conexiones.
Además, en la cabecera de la red pueden situarse, junto a
las antenas receptoras de los programas radiados y televisados convencionales,
otras antenas parabólicas de costo elevado para la recepción de señales de
satélites y también transcodificadores de televisión para la reconversión de
programas grabados con otro número de línea o con otras técnicas de grabación.
En la cabecera de la red no sólo se reciben las emisiones
que van a transmitir, sino que se elaboran y se transforman en las frecuencias
necesarias para las redes de cables existentes. Dentro de la misma red de cable
las emisiones se transmiten mediante el procedimiento de multiplexado de
frecuencias. Para compensar la atenuación (debilitamiento de las señales a lo
largo del cable) se intercalan amplificadores de banda ancha cada varios
centenares de metros. La conducción de la red general distribuidora de cable
termina en el punto de acometida. A partir de este punto las señales discurren
por la instalación doméstica hasta llegar a las cajas de conexión del cable
coaxial, a partir de las cuales el usuario de la televisión toma las señales.
Los sistemas de televisión por cable han tenido desarrollos
significativos desde su concepción, allá por 1948, cuando fue establecido en
EE.UU. el primer sistema de cable, que transmitía un solo canal. Llegando a lo
que es hoy, con sistemas de más de cien canales, transmisión de datos, uso de
tecnología digital y fibra óptica, brindando calidad y múltiples servicios a
sus abonados.
La gran cantidad de canales de banda ancha disponibles en
las instalaciones modernas de comunicación por cable permiten la
materialización de varios programas televisados complementarios y, además, la
transmisión de servicios adicionales por cable totalmente nuevos. Así por
ejemplo, en Estados Unidos se creó ya muy tempranamente un “acceso público”
libre para todos al sistema de cable gracias al denominado “canal libre”. Mediante
un canal de retorno se completaba el circuito de la televisión de dos vías, que
permitía el regreso de una información desde el receptor hasta el emisor,
siendo una realidad en la televisión de pago el poder disponer en cualquier
tiempo y con total libertad de elección de films y de informaciones contra el
pago de una cantidad suplementaria. Por otro lado el cable de la televisión de
banda ancha puede utilizarse también para servicios de seguridad, aviso y
vigilancia; por él se pueden transmitir el cabletexto, las imágenes por cable y
casi todos los servicios de texto, datos e imagen móvil de banda ancha.
LA TELEVISIÓN POR CABLE DE PAGO
La televisión por cable de pago (Pay TV) es una televisión
individual discrecional contra el pago de una cuota especial. En la televisión
de pago el usuario se conecta a un programa emitido cíclicamente en cualquier
momento deseado, o bien recibe (por solicitarlo a través del canal de retorno y
contra el pago de una cuota) un programa especial, propio, introducido para él,
o bien se abona durante un tiempo determinado para recibir ciertos programas
(televisión de abono).
La facturación del programa se realiza o bien de acuerdo con
la duración del uso o bien según los films recibidos por separado. Normalmente
en la televisión de pago se emiten films de entretenimiento y raramente
programas especiales formativos. En Estados Unidos y en Japón se da una fuerte
demanda de este medio, explicable por los motivos siguientes:
En relación con la asistencia al cine de toda una familia, la
televisión de pago sale más a cuenta; los largometrajes exhibidos en ella son
de actualidad; se da la circunstancia de que los films no se interrumpen con
propaganda, en contra posición a la televisión pública. El costo de un film en
la televisión de pago norteamericana está, en promedio, a igual nivel que el de
una entrada de cine, con lo que se logra un ahorro considerable cuando en una
casa se reúnen varios telespectadores para disfrutar del largometraje de pago.
Por lo demás el espectador dispone de la ventaja de poder probar durante unos
minutos la proyección del film en forma gratuita (para ver si le gusta) antes
de que se ponga en marcha el contador de tarifa.
Dentro de los resultados obtenidos en los proyectos de
televisión por cable cabe señalar el amplio surtido de medios y, sobre todo,
una gran variedad de programas televisados, se ha detectado un interés
pronunciado por canales complementarios en los que se suministre programas de
información y de entretenimiento.
La evolución de la televisión por cable puede caracterizarse
por cuatro conceptos: internacionalización, localización, privatización y
especialización, mediante los cuales el ciudadano manifiesta un interés
especial por las informaciones relativas a su medio ambiente natural, por un buen
entretenimiento y por las informaciones generales que él puede convertir
rápidamente en provechos personales. Para este tipo de programas el usuario
está dispuesto a correr, en parte, con los gastos financieros aunque sean algo
más elevados.
Los medios que pueden disfrutarse de forma sincronizada con
otras ocupaciones satisfacen al ciudadano en sus deseos de una utilización
óptima de su tiempo de trabajo y de su tiempo de descanso.