martes, 26 de noviembre de 2013

TELEVISIÓN I TIPOS DE TELEVISIÓN ALTERNATIVA: HEGEMONÍA, ESTATAL, REGIONAL, LOCAL, RESTRINGIDA Y POR CABLE.

TIPOS DE TELEVISIÓN ALTERNATIVA: HEGEMONÍA, ESTATAL, REGIONAL, LOCAL, RESTRINGIDA Y POR CABLE.

Hegemonía.

Hegemonía se entiende como sistema mediático aquel integrado por: la televisión, la prensa escrita y las emisoras de radio; la publicidad, el cine, las industrias musical, editorial y videográfica, los medios basados en conexión vía web (entre los cuales cabe integrar las crecientes variantes de telefonía móvil).
Se encarga de difundir informaciones que satisfacen la curiosidad y permiten a los ciudadanos una percepción del mundo; contribuir a una cohesión social basada en el consenso establecido por la información que difunden y las interpretaciones básicas de la misma; proporcionar compañía, entretenimiento y diversión; satisfacer demandas culturales y de conocimiento inactual;
Legitimiza los subsistemas económico, político y cultural con la difusión de normas, valores, opiniones y actitudes sociales; fomentar el consumo y actuar como factores de desarrollo económico; simbolizar, con su presencia continua, la permanencia tranquilizadora del mundo cotidiano y, así, contribuir al refuerzo de la identidad social.
En el marco de tal sistema mediático —«la televisión ostenta una evidente hegemonía por la audiencia masiva, por el tiempo dedicado a su consumo y, sobre todo, por las funciones que ejerce, mucho más variadas que el resto de los medios (…) también detenta un liderazgo en el uso del tiempo libre, dado el masivo equipamiento de los hogares y la centralidad adquirida en los hábitos domésticos».
Caracteriza el tipo de comunicación que ejerce la televisión como una polidiscursividad que implica: Cotidianización del espectáculo. La realidad queda transformada en un gran espectáculo destinado a seducir a la audiencia Fragmentación. Para fidelizar a la audiencia se hace de toda programación un discurso fragmentario de permanente promesa (…), con lo cual se promueve la atención hipnótica del espectador fiel.
Otros rasgos de la polidiscursividad que Sánchez Noriega (2006) le atribuye a la televisión son: Heterogeneidad y eclecticismo. La TV procura ser variada, para ello canibaliza cualquier tradición (…) No obstante, con la continua repetición, su heterogeneidad se hace rutinariamente homogénea. Autorreferencia e intertextualidad. La TV fabrica un espacio autónomo de realidad virtual donde se instalan temas, historias y personajes que adquieren notable independencia de lo real, transitando de un formato a otro o entre programas.
Una última propiedad de la polidiscursividad que Sánchez Noriega (2006) le atribuye a la televisión es: Incorporación del receptor. En la propia estrategia discursiva de la TV, aparece la incorporación del público en el mensaje —como testigo, concursante, destinatario de la publicidad, etcétera—. A través de esta estrategia, también se procura la fidelización de la audiencia.

Televisión Estatal, Regional, Local, Restringida y por cable.

Presionados por el agotamiento del modelo de desarrollo, seguido particularmente desde la década de los cincuentas, que se caracterizó por la participación activa y creciente del Estado en la economía, mismo que hizo crisis a principios de los ochenta y que arrojó un enorme déficit en las cuentas públicas y un pesado endeudamiento externo, los artífices de la política económica nacional, locales y no, dieron inicio a un proceso de desestatización de la economía, que incluyó la privatización y liquidación de una enorme cantidad de empresas públicas, la disminución del gasto público, el despido de miles de burócratas y en general lo que se llamó el achicamiento del Estado.
Para finales del sexenio salinista y con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se habían efectuado un total de 418 procesos de venta, fusión, liquidación, extinción y transferencia de entidades paraestatales, quedando únicamente 246 empresas de las 1155 que existían hasta 1982, año en que dio inicio todo este procesos de desestatización. 1
Según esta misma información, durante el gobierno de Salinas, se desincorporaron 269 empresas, dato que no concuerda con lo informado por el propio Salinas en 1992, durante su cuarto informe de gobierno, al señalar que habían sido desincorporadas 362 entidades paraestatales y al 30 de septiembre, de ese año, existían 221.
La readecuación de la intervención del Estado en la economía, rompió también con el discurso que había respaldado todo aquel proceso. Cuando José López Portillo nacionalizó la banca privada en 1982 dijo: "La Revolución se libera de temores y acelera su paso", con Salinas se privatiza nuevamente la banca y el discurso revolucionario ya no existe más. Ahora, se acuña una nueva divisa discursiva: El Liberalismo Social, que Emilio Lozoya, Secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal define -frente a Salinas- así: "es un principio juarista y en él está el equilibrio entre libertad y justicia, que no cancela la riqueza, sino que busca su incremento y su mejor distribución, además de que combate la pobreza mediante la solidaridad (SIC) entre los grupos comunitarios".2
Hoy con ese discurso se arropan los "modernizadores" al romper con el modelo del Estado- Benefactor.
El proceso de desestatización de la economía ha implicado un alto costo para la formación social mexicana como ha sido la "ruptura de la estabilidad", una profunda crisis social así como la agudización de las tendencias concentradoras del capital, frente al empobrecimiento de las mayorías nacionales, que han llegado inclusive a la hambruna, como es el caso de los Tarahumaras en Chihuahua.
Efectivamente, la desestatización ha sido un proceso inducido por las consecuencias de la alta participación del Estado en la economía, que arrojó como resultados una larga lista de entidades deficitarias, así como una severa crisis fiscal y un enorme endeudamiento externo, pero también un poderoso sector privado que se benefició notoriamente de la actividad estatal y ahora de las privatizaciones.
Para septiembre de 1993 y según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) el 38% del Ingreso se concentraba en el 10% de la población, mientras que el resto de la población había disminuido su participación del 67% en 1984 al 62% en ese año. 3
Manuel Espinosa Iglesias, exbanquero y el principal accionista de Bancomer al momento de ser éste nacionalizado, se ha referido al proceso privatizador, desnudándolo de alguna manera, al señalar que: "en aras de lograr el mejor precio y la mayor rapidez en la desincorporación de las empresas estatales, el gobierno mexicano decidió venderlas a grandes grupos económicos y provocó con ello que los elegidos concentren la riqueza y manejen prácticamente la economía de todo el país".
Y agregó "la concentración de la riqueza es uno de los factores que impiden la libre competencia ... la formación de estos grandes grupos impide la entrada de más competidores, y da lugar a monopolios o en el mejor de los casos a oligopolios".4
Básicamente fue a principios de 1983 que se dio inicio al llamado proceso de modernización de la estructura productiva nacional y que sin duda ha implicado la implementación de todo un proyecto de nación, diferente, de alguna manera, al que se vino desarrollando hasta 1982, que culminó con la nacionalización de los bancos privados del páis y con una severa crisis, que sentó las bases para el abandono de ese modelo por agotamiento y la adopción de otro, que incluyó:
Apertura comercial, con la inclusión de México al GATT y posteriormente, en 1993, la incorporación del país al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
Desestatización de la economía, bajo el modelo Neoliberal, fundado en la noción del libre mercado como generador y distribuidor de la riqueza, limitando la participación directa del Estado en la economía y privatización, liquidando, extinguiendo o transfiriendo un gran número de empresas públicas.
Apoyo selectivo a los grandes capitales.
Desarrollo de una política de asistencia social igualmente selectiva y manejada con criterios de subsistencia política, del grupo en el poder.
Liberación de precios de todas las mercancías, excepto el de la fuerza de trabajo, que ha sido sujeta a un severo control, mediante la imposición de "topes salariales".
La recaudación del discurso oficial, que pasó del Estado revolucionario al reformador, cuyos objetivos son alentar la inversión privada, realizar inversión pública en infraestructura y "desarrollo social".
Dentro de este nuevo proyecto de nación impulsado por el salinismo, particularmente, es que se da la privatización de las empresas estatales de televisión, a lo que habré de avocarme ahora.
Los antecedentes
La televisión del Estado y en general la televisión es un instrumento del que se sirve el poder para gobernar y obtener los consensos necesarios que le permitan lograr sus objetivos.
En México la televisión surge en los años cincuenta con una orientación básicamente mercantil, que incluye el manejo de este importante medio de comunicación, por parte de concesionarios privados y que se ha caracterizado por una estructura prácticamente monopólica, que ha conferido a sus propietarios un enorme poder derivado de su capacidad para influir sobre las conciencias y voluntad de millones de mexicanos, así como de la enorme fortuna que han amasado a lo largo de los años y para lo cual ha contado con el apoyo gubernamental.
En la historia de la televisión mexicana se pueden identificar tres grandes periodos:
a) El surgimiento. Que tiene que ver con la adopción del modelo comercial-privado estadounidense y la aparición de los primeros concesionarios, que fueron notoriamente apoyados en sus proyectos empresariales por los gobiernos mexicanos, quienes lo utilizaron como instrumento ideológico de legitimación.
b) Expansión monopólica de la Televisión Privada. Esta segunda etapa se caracteriza por la integración del monopolio de la televisión privada en México, que se concreta en el año de 1972 con la fusión de Telesistema Mexicano y Televisión Independiente de México en una sola empresa denominada Televisa.
En este periodo la televisión se convierte en un instrumento ideológico del gran capital monopólico y entra en contradicción, en diversas ocasiones, con los gobiernos en turno.
Es precisamente en el año de 1972, el mismo en que se crea Televisa, que el gobierno de Luis Echeverría adquiere de Francisco Aguirre la Corporación Mexicana de Radio y Televisión (CMRT), concesionaria de canal 13.
Este periodo comprende de 1970 a 1982.
c) Vinculación Recíproca. Este periodo da inicio en el año de 1983 y tiene plena coincidencia con la puesta en marcha del proyecto neoliberal de modernización.
Televisa tiene una enorme penetración y es el soporte ideológico del modelo neoliberal así como del grupo en el poder que lo impulsa, estableciéndose una relación de apoyo recíproco del que depende la sobrevivencia de todos ellos.
Este periodo se caracteriza también por el desarrollo impresionante de las tecnologías en telecomunicaciones, mismos que adoptan la televisora privada, iniciando a la par su internacionalización.
Durante este periodo, la televisión estatal se ve obligada al autofinanciamiento de sus operaciones, lo que la lleva a una creciente comercialización y culmina en 1993 con la privatización de Televisión Azteca, último nombre que se le dio a la empresa pública.
Como antes lo señalé, la participación directa del Estado en el campo de la televisión, data prácticamente de 1972 al adquirir el gobierno Canal 13, aunque cabe señalar que el Estado Mexicano ha venido participando en la gestión directa de la televisión desde 1959, año en que inicia operaciones Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional, esto independientemente de la regulación que ejerce a través de la legislación sobre televisión, que en nuestro país existe formalmente desde 1950, en que se "lanzó al aire" el Canal Cuatro de la Ciudad de México.

En 1972 inicia la televisión estatal con un proyecto amplio y de alcance nacional al adquirir Somex el 100% de las acciones de Corporación Mexicana de Radio y Televisión, concesionaria desde 1968 del canal 13. A partir de entonces, la empresa estatal padeció todo tipo de modificaciones en sus contenidos, orientación, estructura, funciones, directivos, etc. que desembocaron en diversas reestructuraciones.
Después de los aciagos años de lopezportillismo, la paraestatal se encontró en una situación francamente desastrosa, caracterizada por el caos administrativo, la carencia de un proyecto definido, el ir y venir de directores, la corrupción y luchas internas, protagonizadas por los diversos grupos que ahí se desempeñan. La administración de la empresa se "consultaba" inclusive con los espíritus, tal como lo señaló Emma Godoy, íntima amiga de Margarita López Portillo, directora de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación, quien señaló: "como no, si todo lo quería consultar ella en sus sesiones de los sábados. Que tenía un problema personal o social o un problema de la Nación, pues lo consultaba en esas sesiones donde los extraterrestres, si los extraterrestres! daban soluciones".
En 1983 inicia una nueva etapa para la televisión estatal, se plantea organizar y modernizar todas las Redes de Televisión Pública. Es así que el 25 de marzo de 1983 se publica en el Diario Oficial la creación del Instituto Mexicano de Televisión (IMT) cuyo objetivo sería operar, de manera integrada las estaciones de televisión, unidades de producción, repetidores y redes de televisión pertenecientes al Estado: Corporación Mexicana de Radio y Televisión S.A., Televisión de la República Mexicana, Canal ( de Monterrey, Productora Nacional de Radio y Televisión, Teleproductora del Distrito Federal, Canal 2 de Chihuahua y Canal 11 de Ciudad Juárez.
El IMT dio origen al Sistema Estatal de Televisión denominado Imevisión que se integraría por Canal 13 y un par de nuevos permisos: Canal 7 y Canal 22.
Para entonces se pretendía que con Canal 7, la Televisión Estatal diversificara sus fuentes de financiamiento y que su operación no se sufragará únicamente con fondos públicos, que para 1985 ascendían a 6,951 millones de pesos (Ver cuadros 1 y 2). La meta era que para 1987, la televisión estatal fuera autosuficiente.
Pero para 1987 las cosas no habían mejorado por lo que el gobierno federal y el IMT firmaron un Convenio para el cambio estructural y rehabilitación financiera, donde el Instituto se comprometía a saneas sus finanzas y lograr en 1989 la autonomía financiera (Ver cuadro 2) y para ello era necesario adaptar su programación a las necesidades de los anunciantes.
Este convenio de rehabilitación financiera supuso que el gobierno federal asumiera para de los pasivos, a cambio de compromisos en materia de producción y productividad.
Otras empresas estatales involucradas en este proceso de rehabilitación fueron: Ferrocarriles Nacionales de México, Comisión Federal de Electricidad, Siderúrgica Mexicana, Conasupo, Alimentos Balanceados Mexicanos, Productos Pesqueros Mexicanos, Fábricas de Papel Tuxtepc, Mexicana de Papel Periódico, Turborreactores de México, Macocozac y Fertimex.
Para 1988 las cosas seguían sin cambiar y por el contrario, se habían profundizado una serie de problemáticas que arrastraba la empresa.
Al asumir la dirección general del IMT, en diciembre de 1988, Antonio Alvarez Lima se encuentra con este panorama:
La capacidad administrativa de la empresa es diametralmente opuesta a lo que debe ser; la entidad está convertida, simplemente, en un barril sin fondo.
Presionada por la autosuficiencia, la empresa se debate en una antinomia: o bien cumple con sus objetivos que específicamente son informar cada vez más y mejor a la nación mexicana; fungir como un apoyo a la educación y cultura populares; estimular el desarrollo económico de la niñez, ofrecer a la población un sano esparcimiento; contribuir a la preservación de los valores e identidad nacionales; fortalecer las convicciones democráticas y constituir un eficaz instrumento de gobierno al servicio del Estado Mexicano, o se dedica a al generación de recursos que la hagan autosuficiente por lo menos, con los riesgos que ello implica, frente a la competencia que se expande manera casi incontenible y que ha acabado por minimizar a su contraparte estatal,
Con la integración del Instituto Mexicano de Televisión se agruparon a las distintas entidades públicas hasta entonces existentes y era un intento de fortalecer a la televisión pública, en el sentido de tener dos redes nacionales (7 y 13), una gran cobertura (la red 7, noventa y nueve repetidores y Canal 13, sesenta y cuatro y se esperaba además, que con el 7 se estructurara un sistema sólido en lo operativo, financiero y comercial. El resultado fue inverso, pues dejó entre otras cosas:
Dos sindicatos, uno del IMT (organismo público descentralizado) que pertenece al apartado B y otro de Corporación Mexicana de Radio y Televisión que pertenece al Apartado "A".
Tres contabilidades, una para el IMT, otra para la Corporación y otra para la Impulsora de Televisión de Chihuahua.
La integración que pretendió ser benéfica, no contó con que Canal / y Canal 22 no podían comercializar, pues eran permisos y no concesión, la única que podía comercializar era Corporación Mexicana de Radio y Televisión por lo que todo el peso económico recaía sobre ésta.
Se creó una estructura administrativa amorfa, para 1983 CMRT contaba con 800 trabajadores, con la fusión (IMT) eran más de 5,000.
Para poder sobrevivir este organismo debía recibir subsidio, pero como empresa debía pagar impuestos y derechos y no pagó nada, ni señal, ni impuestos a la SHCP y a la Tesorería.
Las producciones de televisión son caras, un programa "barato" cuesta alrededor de 12 a 14 millones, como es el caso de "nexos", que es un encargado de la Presidencia de la República; había otros, muchos más caros y de la misma naturaleza.
Además de un aserie de adeudos históricos, que a principios de 1990 ascendían a 200 mil millones de viejos pesos.
Feudos de poder, prácticamente casi todos los programas de televisión correspondían a uno de ellos.
Comercialización pervertida hecha por brokers, planes franceses a través de bonificar cuatro minutos por uno adquirido, dado el proceso inflacionario, ventas anticipadas, etc.
Un gran número de "free lancers".
Frente a este panorama, a la nueva administración se plantea una serie de alternativas:
Dejar las cosas como estaban.
Proponer a la Presidencia de la República la privatización.
Rescatar lo rescatable.
En 1989 se elaboró un diagnóstico de la situación de la empresa y en 1990 se decidió redimensionarla para privatizar una parte de ella. Se tomaron una serie de medidas como el despido masivo de personal, de cinco mil empleados que existían para 1985, en 1990 quedan únicamente mil doscientos.
Además, se optó por eliminar 162 programas que no generaban recursos y con ellos se fueron más de la mitad de los "free lancers" que ahí trabajaban.
Complementario a ello y de acuerdo con el proyecto salinista, se decide poner en venta la Red 7 y el canal 22 y con los recursos provenientes de esa transacción se pensaba, originalmente, saldar las cuentas de Canal 13.
El 7 de diciembre de 1990, se publicó en el Diario Oficial de la Federación la convocatoria para concesionar las frecuencias del canal 7 y 22 de la Ciudad de México.

La privatización de la televisión Estatal.

La televisión Estatal "no busca competir con Televisa, el nuevo canal (se refería al 7) no pretende competir con Televisa y tendrá como línea de acción el nacionalismo revolucionario, principio de la economía mixta que rige en el país" afirmó Pablo Marentes, director de Imevisión el día que se presentó al sistema televisivo estatal agregó "la televisión estatal quedó completamente reestructurada, al crearse... Imevisión".
Efectivamente la televisión pública nunca entró en competencia con el monopolio privado de la televisión, fueron tantos los proyectos, tantos los directores, tal la corrupción, la desorganización y la falta de voluntad política que el proyecto de la televisión estatal mexicana nunca cristalizó y si contribuyó con ello al fortalecimiento de su aparente competidor, pues se veía en la ineficiencia gubernamental una buena justificación para la existencia de la libre empresa que no experimenta con los dineros públicos, sino que arriesga lo que tanto esfuerzo han juntado.
Aparte, con tanto cambio que publico se podía generar, si cuando se empezaba a aficionar a la alternativa, se daban las sustituciones, que en muchos casos eran con personal proveniente de la mismísima Televisa.
Jorge Saldaña, uno de los "free lancers" corrido, afirmaba: "he tenido el placer de servir a 16 directores en Canal 13 y no creo que este medio se encuentre en una situación lamentable... preciso que este canal ha sido boicoteado, zancadillado y que algunas veces se le ha quitado la esencia de lo que debería ser, al grado que ocasionalmente, se han tomado medidas que benefician a nuestros competidores e inclusive para nulificar núcleos de auditorio".
La decisión de privatizar la televisión estatal no fue difícil ya que la televisión privada estaba cumpliendo la parte importantes, en cuanto a la difusión del mensaje gubernamental y había demostrado suficientemente su efectividad y compromiso con el proyecto modernizador impulsado por Miguel de la Madrid y Carlos Salinas.
La era de los enfrentamientos había quedado en el pasado y el discurso oficial es semejante al que los concesionarios utilizaron, particularmente para criticar a los sexenios de Echeverría y López Portillo. Tanto el gobierno salinista como el empresario Emilio Azcárraga se entendieron y reconocieron su afinidad de intereses: a mí me interesa que subsistas tú, para que prospere mi proyecto y viceversa.
Con el doble propósito de: a) hacer más atractivo el paquete y, b) legitimar la privatización de la Cadena más importante de la Televisión Estatal, sin demeritar el discurso oficial sobre TV como "opción para el desarrollo de la cultura", Carlos Salinas decidió por no privatizar el limitado Canal 22 de UHF e incorporar al Canal 13 en el paquete para privatizar el 7.
Y efectivamente en marzo de 1992, la Secretaría de Gobernación anunció la privatización de Corporación Mexicana de Radio y Televisión, Canal 13 que se sumaba al paquete del 7, el periódico El Nacional, la Compañía Operadora de Teatros (Cotsa) y los Estudios América.
Ante la oferta, el semanario Época, que preside Abraham Zabludovsky, y que es vocero de la empresa en que colaboran él y su padre, Televisa, manifestó: "La decisión del gobierno de poner en venta su principal órgano de televisión debe ser vista como parte de la Reforma del Estado, pero también como expresión de una voluntad de sostener otro tipo de relaciones con los medios de información y por consecuencia con la sociedad en su conjunto".
"Canal 13 es en la lista de vergüenzas nacionales una de las mayores. De tumbo en tumbo desde su compra por Somex -hace 20 años- ha sido ámbito de corrupción, ineficacia e ineptitud en grado mayúsculo. Sólo recordar el desfile de directores que nada hicieron nace dos sexenios basta para llenar de pena y coraje a quien tenga memoria".
"El descuido, la burocracia, el dejar hacer y dejar pasar mientras el bolsillo engorda no son fórmulas de administración que pueden lograr el éxito de una televisora, ni de ningún otro negocio".
Este último párrafo es importante pues si alguien se ha beneficiado del dejar hacer y dejar pasar y ha engordado los bolsillos hasta llegar a las listas de ricos de la Revista Forbes han sido ellos y particularmente Emilio Azcárraga Milmo, quien ante la complacencia y fomento gubernamental ha generado una de las grandes fortunas en nuestro país, amén de que si privatizar significa abrir los medios a la sociedad, ello no ha pasado por Chapultepec 18 y ahora, por Periférico 4121.
"Militante orgulloso y disciplinado, Emilio Azcárraga, el Tigre, uno de los principales millonarios del mundo y presidente del grupo Televisa, siempre ha puesto a disposición del PRI todo el poder y recursos del consorcio" escribe Salvador Corro en Proceso, y agrega: "En febrero del año pasado (1993) Azcárraga confesó: "gracias al Presidente de la República se nos ha concedido la posibilidad de dos canales para explotar esta tecnología (de alta definición)".
"¿Quién ayuda a quién? Es una relación simbiótica que quedó demostrada en 1993, cuando el Presidente Salinas pidió ayuda económica a los más ricos del país en favor del PRI, para que siga siendo el gran partido de México...".
"El primero en responder fue Azcárraga: "he ganado tanto dinero en estos años que me comprometo a aportar una cantidad mayor... el Tigre se había comprometido a dar al PRI 70 millones de dólares".
Fue finalmente el 3 de marzo de 1993 que el gobierno federal a través de la SHCP anunció las bases para participar en la privatización del paquete de medios de comunicación.
Para participar en el proceso de subasta se inscribieron cuatro grupos:
Grupo Medcom, formado por Adrián Sada y Clemente Serna.
Geo Multimedia, representado por Raymundo Gómez Flores.
Cosmovisión, integrado por Javier Sánchez Campusano, Javier Pérez de Anda, Adrián Pineda y Francisco Aguirre, y Radio Televisora del Centro, de Ricardo Salinas.
Para entonces la situación de la televisora estatal se había modificado ya sensiblemente, pues con el propósito de obtener la concesión, en vez del permiso, para la operación del Canal 7, se crearon nueve empresas que la obtuvieron: Impulsora de Televisión del Centro, Corporación Televisiva de la Frontera Norte, Impulsora de Televisión del Norte, Corporación Televisiva del Noreste, Compañía de Televisión de la Península, Compañía Mexicana de Televisión de Occidente, Televisión Olmeca y Televisora Mexicana del Sur; y además se liquidaron el Instituto Mexicano de Televisión y la Corporación Mexicana de Radio y Televisión creándose una nueva empresa denominada Televisión Azteca, que no tenía pasivos, se habían desmantelado los feudos y el personal no superaba los cuatrocientos.
Se designó a Carlos Gutiérrez Jaime, director de la empresa quien sustituyó a Romeo Flores Caballero, el que salió en medio de fuertes acusaciones de corrupción e ineptitud.
La empresa es considerada como un gran negocio potencial y según finalistas financieros "la red televisiva estatal con base en sus activos no vale más de 300 millones de dólares... y el ganador tendrá que invertir de entrada 70 millones de dólares adicionales al precio de los canales- por lo que el gobierno estima obtener 500 millones de dólares-, para la educación del equipo".

En julio de 1993, el gobierno federal falló a favor del grupo Radio Televisora del Centro que presentó la mejor oferta por el "paquete": 465 millones de dólares.
Una vez definido el proceso, Salinas ofreció invertir treinta millones de dólares para ampliar la cobertura, el Canal 13 opera 53 estaciones y el 7 con 40. "No le vamos a quitar el mercado a Televisa, pero sí creceremos".
El resultado más evidente de este proceso fue que el gobierno salinista falló a favor de quien pagó más y no del que presentó el mejor proyecto, tal y como se adujo en diversas ocasiones por los voceros gubernamentales.
Sobre esta privatización señaló Lorenzo Meyer "la enorme simplificación del mundo que hacen los economistas neoliberales mexicanos, llevó al secretario de Hacienda a privatizar los canales de televisión del Estado fijándose única y exclusivamente en quién pagaba más olvidándose por entero del papel social de la televisión".
Cuando Carlos Salinas habló del paquete de medios, dijo que se trataba de una oportunidad para abrir mayores cauces de participación de la sociedad civil en el uso y en el manejo de los medios electrónicos de comunicación masiva, pero evidentemente la oportunidad fue aprovechada por alguien de la sociedades civil con 645 millones de dólares y quien se define como "un hombre peculiar, apoyador del PRI y que no cree en la democracia y piensa que ésta no existe en México. Espera que pase mucho tiempo antes de que se presente en el país pues hoy los mexicanos no están preparados para ella... y opina que el proyecto de su grupo no es político sino de entretenimiento".
Con la privatización de Televisión Azteca concluyó la intervención directa del Estado en el campo de la televisión en un proyecto de alcance nacional. Hoy sólo quedan el Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional y el Canal 22 de la banda de UHF, limitados en su cobertura.
Durante los veintiún años que duró la presencia estatal en la televisión, no fue posible crear un proyecto con características propias y bien definidas, sino por el contrario, se desarrolló un estilo de gestión y televisión que fue sujeto de los vaivenes sexenales, de los caprichos del poder inclusive, de la corrupción solapada, de la carencia de una voluntad política y del poderío económico y político que ha adquirido el virtual monopolio de la televisión comercial en México, Televisa, que a últimas fechas se alió con la privatizada Teléfonos de México para explotar Cablevisión. Esta fusión, que se da al final del sexenio salinista, ilustra suficientemente el nivel de identificación de intereses a los que llegaron la cúpula del poder de México y los concesionarios privados de la televisión; amén de analizar el papel jugado por el monopolio en el reciente proceso electoral donde se privilegió al candidato oficial, Ernesto Zedillo.
La televisión es un medio poderosos y el señor Salinas los utilizó ampliamente en los últimos días de su sexenio, bien para someternos a un auténtico bombardeo propagandístico de Solidaridad o para una entrevista autoelogiosa, con Rolando Cordera y Ricardo Rocha de Televisión Azteca y Televisa (la unidad sublimada) la que utilizó para hablar de sus logros, de la democracia, la justicia social y el Estado de derecho en que vivimos los mexicanos. Al canto del cisne, el jueves 17 de noviembre, un par de policías judiciales me interceptaron en la Alameda a punta de pistola y al grito de ¡identifícate, no somos rateros, somos policías! Me identifiqué, y me trajeron de aquí para allá, sin orden de aprehensión o acusación alguna de por medio, únicamente me decían: estás en un lío muy gordo. ¿Cuál?, pregunté y la única "acusación": "eres un comeniños" me dijo uno, (el jefe aparentemente), le pregunté: ¿Qué es eso? y me respondió ¿Qué cosas de valor traes?, yo: nada. Una hora después y no sin antes quedarse con mi credencial de trabajador de la Universidad Autónoma Metropolitana, me dijeron: "Te puedes ir".
"Efecto boomerang", le llaman los estudiosos de la Comunicación a aquél que se produce cuando el mensaje difundido en los medios no concuerda con lo que sucede en la realidad, y aún más es diametralmente opuesto y se le revierte al emisor de manera tal como sucede en nuestro país: la falta de credibilidad de que goza el gobierno y en este caso el modernizador Salinas, cuyas privatizaciones fueron "absolutamente transparentes", como en el caso de Teléfonos de México, por citar solamente uno.
Como en todo el mundo, la TV de paga inició aquí para recibir las señales radiodifundidas con una antena comunitaria. De esa manera poblaciones lejanas pudieron, simplemente, ver la televisión. Al principio de los años setenta se comenzaron a “bajar” señales estadounidenses: NBC, CBS y ABC. Cablevisión inició sus operaciones en pocas colonias del D.F. mezclando canales abiertos y estas señales “importadas”. La penetración y el crecimiento fueron lentos e inconsistentes. Las autoridades tardaron en entender este servicio pues creían que era “para ricos”, no lo promovieron y difícilmente lo autorizaron. Poco a poco la gente descubrió las antenas parabólicas y con ellas la posibilidad de recibir señales extranjeras de cine, deportes, noticias y programación infantil (por no hablar de los canales para adultos). Llegaron a operar cerca de un millón de antenas piratas sin que la autoridad responsable pudiera impedirlo.
A finales de los ochenta se comenzaron a liberar concesiones de televisión por cable para las ciudades más importantes de la República, que programaban la misma televisión radiodifundida y canales estadounidenses, sin el consentimiento de sus productores. Más tarde surgieron los sistemas MMDS y DTH. El tema de la programación se fue regularizando poco a poco y las señales extranjeras comenzaron a producir versiones latinoamericanas de sus canales, como el Discovery o MTV.
Para 1997 la fiebre del cable llevó a que casi todas las poblaciones en el país con más de diez mil hogares tuvieran una o más concesiones para prestar el servicio. Actualmente las tecnologías permiten aumentar la oferta y los prestadores del servicio se han descubierto a sí mismos como titulares de redes públicas de telecomunicaciones, lo que ha implicado que pongan su atención en nuevos servicios, como el Internet y la telefonía, pero han dejado que la televisión funcione básicamente con la misma oferta. De este modo los concesionarios de TV restringida han sido revendedores de señales y sólo por excepción, productores o generadores de nuevos contenidos.
Es paradójico que haya canales radiodifundidos que prácticamente sólo se pueden ver por los sistemas de paga. Ejemplos: el 22, 40 o el 28 de UHF del D.F. y la apuesta es que en pocos años casi el 100%  de la televisión será por  medio de los sistemas de paga. Nadie en su sano juicio va a comprar un receptor de alta definición (HD) para recibir señales con una antena de conejo.
Sirva todo esto para hablar de los contenidos de la tv restringida. Da la impresión de que los concesionarios nunca han hecho conciencia sobre las posibilidades que su medio les ofrece. La empresa PCTV, estrechamente ligada a la CANITEC, (antes Cámara de la Industria de la Televisión por Cable, hoy Cámara de la Industria de las Telecomunicaciones por Cable) produce y distribuye algunos canales que son recibidos por todos los concesionarios miembros de su agrupación, los cuales tienen una masa crítica de audiencia superior a la de muchos canales radiodifundidos lo que les permitiría llevar mensajes, comercializar y hacer presencia de manera mucho más fuerte y decidida. Pero no. Su programación y su influencia es menor y parecería que los cableros y en general los responsables de las empresas de TV restringida no tienen claro los alcances de sus propios medios y se concretan a revender señales o en el mejor de los casos en comprar programas, pero de manera casi nula a producir contenidos propios. A pesar del ejemplo norteamericano, nadie ha querido apostar aquí por fórmulas como las que en su momento intentaron Turner, Disney, HBO, Fox, Nickelodeon, ESPN, MTV, Sony o A&E.  Hacer auténticos canales para el consumo local y la exportación; no refritos de la televisión abierta vueltos a empaquetar.
Parece mentira pero quienes han puesto el ejemplo en México, en materia de producción de contenidos para la tv restringida, son el Canal del Congreso y la Suprema Corte.
En su sentido más amplio se entiende televisión por cable como cualquier transmisión de señales televisivas mediante una red de cables de banda ancha, gracias a la cual se distribuye un conjunto de servicios.
En un comienzo la televisión por cable tuvo sus orígenes en las instalaciones de antenas colectivas de grandes comunidades rurales (CATV), pero sus funciones se ampliaron rápidamente con la distribución de programas televisivos complementarios.
Su importancia en la sociedad actual reside en la idea de que ella permite la transmisión de innumerables programas complementarios, dejando así cada vez más atrás el problema de la escasez de frecuencias que sufre en la transmisión inalámbrica.
La televisión por cable inicialmente fue una ayuda técnica para mejorar la captación de los programas inalámbricos existentes, luego se comenzaron a atribuir cualidades que hubieran sido inimaginables en una primera etapa.
La radiodifusión por cable alcanzó dimensiones completamente nuevas gracias a la comunicación vía satélite. Gracias a ésta se consiguió interconectar a pequeños sectores de territorio con redes más grandes.
La televisión por cable, conocida antiguamente como televisión por antena comunitaria, nace en las montañas de Pennsylvania hacia fines de la década de 1940. En esta época sólo existían unas pocas estaciones de TV, transmitiendo principalmente en las grandes ciudades, como Philadelphia. La gente que no vivía en una ciudad, o en un lugar donde las señales podían ser recibidas fácilmente, se veían privadas de ver televisión.
John Walson, propietario de una tienda en la pequeña ciudad de Mahanoy vio la dificultad de vender televisores a los residentes del lugar ya que la recepción de señales allí era muy pobre, debido a la ubicación del pueblo en un valle y a una distancia de 150 kilómetros de la estación transmisora en Philadelphia.
Naturalmente la señal no atravesaba las montañas y era imposible una buena recepción, excepto en las colinas en las afueras del pueblo, donde Walson, en una cima, colocó una antena. La señal de TV era recibida y transportada hasta su tienda.
Con los buenos resultados obtenidos, la venta de televisores comenzó a crecer. Utilizando cable coaxial y 'boosters' (amplificadores) construidos por él mismo, comenzó a darle mayor calidad al servicio de antena comunitaria, que brindaba a los compradores de televisores de su tienda. Nace así la televisión por cable en Junio de 1948. Milton Jerrold Shapp desarrolló un sistema para eliminar los 'bosques' de antenas que se encontraban en las azoteas de los edificios por departamentos. Bajo este sistema, una antena maestra (MATV) puede ser usada por todos los televisores en el edificio. Su secreto: el cable coaxial y amplificadores de señal, capaces de transportar múltiples señales.
Al mismo tiempo en las cercanías del pueblo de Lansford, Robert Tarlton, otro vendedor propietario de una tienda, experimentaba el mismo problema que Walson. Tarlton leyó acerca del nuevo sistema de Shapp, si él lo utilizó para los edificios, pensó, se podría utilizar para su pueblo también. La TV por cable, como se la conoce hoy día, nació cuando Tarlton cableó Lansford utilizando cable coaxial y amplificadores fabricados comercialmente.
Con la ayuda de la innovación de Milton Shapp, la televisión por cable se esparció rápidamente a todo el país, a áreas rurales remotas desde la originación en las ciudades. Por muchos años el cable fue simplemente una forma de retransmisión de las estaciones alejadas sirviendo de antena comunitaria.
Esto no seguiría así durante mucho tiempo; Walson a principios de 1950 y después otros propietarios de sistemas comenzaron a experimentar con sistemas de microondas para recepcionar señales de ciudades lejanas.
Por la variedad de señales ofrecidas a los suscriptores es que el cable se vuelve más atractivo y eventualmente se traslada a las ciudades donde la gente reclamaba más opciones de señales. Tal vez el gran evento en lo que hace al cable y a decir de muchos el responsable del rápido crecimiento durante la última década, fue el desarrollo de la TV paga (Pay TV). La televisión paga fue lanzada en Noviembre de 1972 cuando la empresa Service Electric ofrece Home Box Office (HBO) en el sistema de cable de Wilkes-Barre, Pennsylvania. También fue HBO el primer servicio en utilizar la distribución vía satélite para su programación.
Gran cantidad de países están proyectando no transmitir más programas de radio y televisión a través de redes emisoras terrestres y transmitir las emisiones públicas únicamente por cable o vía satélite. Las frecuencias terrestres que quedarán libres en esta zona estarían entonces a disposición de los demás servicios radiofónicos, tales como la radio terrestre pública móvil, la radio terrestre móvil privada, la radio marítima, los servicios radiados militares, la radio de la aviación, los sistemas radiados de telecontrol, etc. Sin embargo deberán quedar en activo las emisoras terrestres en un número determinado para poder abastecer a los usuarios de receptores portátiles (por ejemplo, autoradios) dentro de los ámbitos locales- regionales.
Cualquier antena colectiva se convierte en una instalación de televisión por cable cuando se está introduciendo uno o varios programas complementarios.
 Las antenas individuales abastecen normalmente sólo a un hogar. Generalmente no precisan de amplificador alguno, recibiendo ondas medias, largas y corta, así como programas de ultracortas, y además los programas televisados VHF y UHF.
De todos modos, a pesar de vigoroso proceso del cableado, la antena individual va a conservar su importancia comunicativa. Las antenas colectivas y las instalaciones de televisión por cable normalmente abastecen de manera centralizada, siendo las líneas de transmisión poco protegidas contra daños o acciones terroristas, por ello la libertad de comunicación y de información electrónica no puede garantizarse al ciudadano basándose exclusivamente en las redes de cables. Debe tenerse en cuenta que utilizando el cable como única posibilidad de transmisión de informaciones la recepción de programas puede llevarse a cabo de forma discrecional. A ello hay que añadir que mediante las redes de cable sólo se puede transmitir una selección de todos los programas que atraviesan el aire. Se trata de una preselección en la que el ciudadano casi no puede intervenir.
Las instalaciones de antena colectiva abastecen a varios hogares, entregándoles todos los programas recibidos inalámbricamente en el lugar o bien una selección de los mismos. Disponen de amplificadores electrónicos
Las antenas colectivas de grandes comunidades abastecen a los hogares ubicados dentro de un bloque de viviendas, de una urbanización, de una aldea, o de una región. Las señales televisivas o radiadas se distribuyen desde el punto central hasta las conexiones particulares. En cada plano de la red hay instalado amplificadores, de tal manera que cada hogar recibe señales de intensidad aproximadamente equivalente.
Las instalaciones de cablevisión tienen una estructura idéntica a las instalaciones de antena colectiva de grandes comunidades. En ellas se introducen programas adicionales e incluso propios.
Una instalación de televisión por cable consta, desde el punto de vista técnico, de una estación receptora y emisora (cabecera de la red = headend) ubicada normalmente en un lugar único y de una red de cable propiamente dicha. Desde la cabecera de la red se pueden alimentar, dentro de una instalación de antena colectiva de comunidad grande o dentro de una de televisión por cable, a varios de cientos de millares de conexiones.
Además, en la cabecera de la red pueden situarse, junto a las antenas receptoras de los programas radiados y televisados convencionales, otras antenas parabólicas de costo elevado para la recepción de señales de satélites y también transcodificadores de televisión para la reconversión de programas grabados con otro número de línea o con otras técnicas de grabación.
En la cabecera de la red no sólo se reciben las emisiones que van a transmitir, sino que se elaboran y se transforman en las frecuencias necesarias para las redes de cables existentes. Dentro de la misma red de cable las emisiones se transmiten mediante el procedimiento de multiplexado de frecuencias. Para compensar la atenuación (debilitamiento de las señales a lo largo del cable) se intercalan amplificadores de banda ancha cada varios centenares de metros. La conducción de la red general distribuidora de cable termina en el punto de acometida. A partir de este punto las señales discurren por la instalación doméstica hasta llegar a las cajas de conexión del cable coaxial, a partir de las cuales el usuario de la televisión toma las señales.
Los sistemas de televisión por cable han tenido desarrollos significativos desde su concepción, allá por 1948, cuando fue establecido en EE.UU. el primer sistema de cable, que transmitía un solo canal. Llegando a lo que es hoy, con sistemas de más de cien canales, transmisión de datos, uso de tecnología digital y fibra óptica, brindando calidad y múltiples servicios a sus abonados.
La gran cantidad de canales de banda ancha disponibles en las instalaciones modernas de comunicación por cable permiten la materialización de varios programas televisados complementarios y, además, la transmisión de servicios adicionales por cable totalmente nuevos. Así por ejemplo, en Estados Unidos se creó ya muy tempranamente un “acceso público” libre para todos al sistema de cable gracias al denominado “canal libre”. Mediante un canal de retorno se completaba el circuito de la televisión de dos vías, que permitía el regreso de una información desde el receptor hasta el emisor, siendo una realidad en la televisión de pago el poder disponer en cualquier tiempo y con total libertad de elección de films y de informaciones contra el pago de una cantidad suplementaria. Por otro lado el cable de la televisión de banda ancha puede utilizarse también para servicios de seguridad, aviso y vigilancia; por él se pueden transmitir el cabletexto, las imágenes por cable y casi todos los servicios de texto, datos e imagen móvil de banda ancha.

LA TELEVISIÓN POR CABLE DE PAGO

La televisión por cable de pago (Pay TV) es una televisión individual discrecional contra el pago de una cuota especial. En la televisión de pago el usuario se conecta a un programa emitido cíclicamente en cualquier momento deseado, o bien recibe (por solicitarlo a través del canal de retorno y contra el pago de una cuota) un programa especial, propio, introducido para él, o bien se abona durante un tiempo determinado para recibir ciertos programas (televisión de abono).
La facturación del programa se realiza o bien de acuerdo con la duración del uso o bien según los films recibidos por separado. Normalmente en la televisión de pago se emiten films de entretenimiento y raramente programas especiales formativos. En Estados Unidos y en Japón se da una fuerte demanda de este medio, explicable por los motivos siguientes:

En relación con la asistencia al cine de toda una familia, la televisión de pago sale más a cuenta; los largometrajes exhibidos en ella son de actualidad; se da la circunstancia de que los films no se interrumpen con propaganda, en contra posición a la televisión pública. El costo de un film en la televisión de pago norteamericana está, en promedio, a igual nivel que el de una entrada de cine, con lo que se logra un ahorro considerable cuando en una casa se reúnen varios telespectadores para disfrutar del largometraje de pago. Por lo demás el espectador dispone de la ventaja de poder probar durante unos minutos la proyección del film en forma gratuita (para ver si le gusta) antes de que se ponga en marcha el contador de tarifa.
Dentro de los resultados obtenidos en los proyectos de televisión por cable cabe señalar el amplio surtido de medios y, sobre todo, una gran variedad de programas televisados, se ha detectado un interés pronunciado por canales complementarios en los que se suministre programas de información y de entretenimiento.
La evolución de la televisión por cable puede caracterizarse por cuatro conceptos: internacionalización, localización, privatización y especialización, mediante los cuales el ciudadano manifiesta un interés especial por las informaciones relativas a su medio ambiente natural, por un buen entretenimiento y por las informaciones generales que él puede convertir rápidamente en provechos personales. Para este tipo de programas el usuario está dispuesto a correr, en parte, con los gastos financieros aunque sean algo más elevados.
Los medios que pueden disfrutarse de forma sincronizada con otras ocupaciones satisfacen al ciudadano en sus deseos de una utilización óptima de su tiempo de trabajo y de su tiempo de descanso.


 





















TELEVISIÓN I LA TELEVISIÓN COMO MEDIO DE COMUNICACIÓN.

LA TELEVISIÓN COMO MEDIO DE COMUNICACIÓN.

La televisión, igual que la radio, los teléfonos o los computadores forman parte de nuestra vida cotidiana, y además, es una herramienta fundamental de la cultura e nuestros tiempos; este medio se puede usar como elemento de aprendizaje, fuente de donde se bebe el conocimiento y se extrae gran parte de educación.
La televisión nos ha enseñado a ver el mundo desde muchas perspectivas, nos ha llevado a viajar a través del tiempo y del espacio, además, ha permitido soñar con imágenes utópicas pero que a la final nuestra síquis, ya está en esos parajes maravillosos mostrados a través de los iconos.
Desde otro punto de vista, la televisión ha entorpecido y banalizado la mente de muchas personas, ellos toman una parte significativa de los contenidos emitidos y copian los estereotipos, la violencia, el consumismo etc.
En este medio masivo de comunicación también se encuentra diversidad de conocimiento que forja un individuo al tanto de la realidad actual, de la política de su país y del mundo, de la cultura, de la economía y un sin número de tópicos que interesa al televidente. Hay que tener en cuenta que la televisión es como una fuente construida en la mitad de la plaza donde muchas personas pueden tomar de ella, pueden departir, criticar, es decir, es una fuente de lenguaje donde toda una sociedad ejercita la retroalimentación de saberes; en otras palabras, “la televisión es uno de los mecanismos básicos de socialización”
La televisión enseña a hablar: la estimulación auditiva e icónica refuerzan paulatinamente los códigos lingüísticos y transfieren nuevos elementos lexicales. Se dice que ellos aprenden palabras, más no su significado, debido a la falta de orientación de sus padres. Al igual que el aprendizaje del vocabulario, se aprende diferentes tipos de códigos como por ejemplo, diferenciar la ficción de la realidad. (Esto se logra con la supervisión de adultos que oriente la actividad televisiva). Son muchos los casos en los que los niños asumen roles que emiten en la televisión y al ser reprendidos quedan perplejos porque no comprenden el por qué dicha posición de los adultos, generalmente los niños llevan los actos de ficción a la vida real.
La televisión es un medio de comunicación que se creó a principios del siglo XX pero que recién se volvió masivo a mediados del siglo, cuando las familias estadounidenses y europeas pudieron acceder a los primeros aparatos económicos y domésticos que transmitían canales de televisión. En sí, es un medio de comunicación que no ha variado demasiado salvo por algunos detalles tecnológicos y hoy en día es todavía necesario contar con un televisor o algún soporte visual para poder disfrutar de los diferentes canales que se encuentran disponibles en cada región. Más allá de la inversión que esto puede requerir, la televisión es un medio gratuito (salvo por los canales de cable).
La importancia de la televisión pasa por muchos diversos aspectos aunque hoy en día sea quizás uno de los medios de comunicación más criticados. En primer lugar, la televisión puede ser accesible para muchas más personas que otros medios y esto es así no sólo en términos económicos sino también en términos culturales: para acceder a un periódico era necesario saber leer y escribir mientras que para ver televisión no. Además, la televisión se maneja con lenguajes mucho más informales, accesibles y visualmente atractivos o dinámicos, por lo cual su llegada es mucho mayor que otros medios como la radio o el periódico, ciertamente limitados a un sólo tipo de soporte. Por último, la televisión fue uno de los primeros medios que permitió a los televidentes disfrutar de programas y shows de otras partes del mundo, facilitando el conocimiento entre culturas y la cada vez más variada disponibilidad de opciones: películas, series, noticieros, programas deportivos, infantiles, culturales, gastronómicos, etc.
Desde su aparición en los años 30 hasta comienzos del siglo XXI, la televisión ha sido el medio con mayores índices de público o audiencia a nivel mundial. Esto se debe a sus características como herramienta informativa: su inmediatez en el cubrimiento de acontecimientos, los recursos que utiliza (imágenes, sonido, presentadores, sets de grabación) y, sobre todo, la posibilidad que ofrece de ver los hechos-y a sus protagonistas-en tiempo real y a kilómetros de distancia.
Aún hoy en día, con la llegada de nuevos medios de comunicación, la televisión mantiene su nivel de influencia sobre la mayor parte de los sectores de la sociedad, pues sus dispositivos son baratos y de fácil acceso.
A nivel formal, la televisión plantea el uso de una gran variedad de formatos a la hora de transmitir la información. Entre ellos sobresalen noticieros, telenovelas, documentales, reportajes, entrevistas, programas culturales, pedagógicos y científicos, entre otros. Gracias al acelerado desarrollo tecnológico de las últimas décadas del siglo XX y las primeras del siglo XXI, cada formato conjuga imágenes, textos y sonidos, y, además, plantea un constante contacto e interacción con la teleaudiencia. Por todas estas razones, actualmente la televisión es un medio de comunicación que, se considera, plantea una reflexión sobre el carácter democrático de nuestras sociedades.
En conclusión, la televisión es inherente a la cultura y a la formación participativa de las personas en la sociedad, y nada mejor que empiece por la familia; tan sólo es saber seleccionar los contenidos y de manera responsables colaborar conjuntamente con la educación de nuestros hijos.