lunes, 26 de agosto de 2013

PERIODISMO I ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL PERIODISMO EN EL MUNDO

ORIGEN Y EVOLUCION  DEL PERIODISMO EN EL MUNDO

La historia del periodismo es el estudio de la evolución en el tiempo, de su concepción y su práctica. La historia de los medios se refiere a los instrumentos técnicos de transmisión de información. Los medios y sus tecnologías, especificidades y la manera como han sido organizados en la sociedad, incluyendo su propia organización interna, han ejercido gran influencia en la historia del periodismo, pero no constituyen su historia.
La historia del periodismo podría dividirse en dos grandes etapas: etapa artesanal y la  etapa industrial. La primera correspondería desde los inicios de la prensa periódica hasta la segunda mitad del siglo XIX. La segunda, desde esas décadas hasta el presente. Hay rasgos distintivos, la prensa artesanal fue el producto de un solo hombre o de muy pocos, quienes ejercían todas las labores propias de la edición por sí mismos, sin organización empresarial, ni división marcada del trabajo manual e intelectual, y sin que el periodismo fuera en sentido estricto un oficio o profesión delimitada en su definición y funciones. La etapa de la prensa  industrial, comprende la división del trabajo, el oficio o profesión del periodista (que de su ejercicio deriva su sustento) y la consecuente organización empresarial que produce y vende un bien o mercancía: la noticia.
El periodismo tiene sus antecedentes precisos en el siglo XIII europeo, cuando los comerciantes publicaban y distribuían hojas destinadas a dar cuenta de la información de productos y precios. Estas hojas -Avissi en Italia, Zeitung en Alemania- son  el verdadero origen del periodismo (Terrou, 1969: 20). Ellas proliferaron por el auge del comercio y de la banca, sustituyendo progresivamente para esos fines comerciales y financieros al correo. En Venecia a esos escritores se les llamaba scrittor d’avissi; en Roma, gazzettatini; en París, nouvellistes; en Londres, writters of letters y en Alemania zeitunger o novellisten (Habermas, 1986).
La difusión de informaciones por esta vía se vio muy favorecida por la invención y la posterior popularización de la imprenta de tipos móviles. La imprenta de Johan Gutemberg (1450) fue primero utilizada para la impresión de libros, pero debido al alto costo de éstos, fue empleada para las publicaciones periódicas, ya que los impresores advirtieron la necesidad social de las informaciones políticas y de acontecimientos bélicos, aparte de las económicas. Desde finales del siglo XV y durante el siglo XVI, estas publicaciones surgieron en las naciones más desarrolladas de Europa. Los progresos en la organización del servicio postal y de las vías de comunicación favorecieron su desarrollo. En el siglo XVII nacen las gacetas, la primera de ellas al  parecer surgió en Estrasburgo, en 1609, de periodicidad semanal. En Francia la primera gaceta apareció el 30 de mayo de 1631: La Gazette, de Teopharste Renaudot, semanal, de cuatro páginas con un tiraje de 1200 ejemplares. En Inglaterra, 1622, A Current of General News. En  el mismo periodo aparecen otras en Italia, Alemania, Holanda y España.
Las circunstancias políticas en las cuales se originaron los primeros periódicos, fueron de absolutismo y de poder ilimitado de los gobernantes, reyes y emperadores, quienes por una parte emplearon la prensa como medio de control político y de difusión de  mandatos oficiales y, por
otra, mantuvieron rígidos controles sobre lo que se podía publicar. De allí que la mayoría de estas gacetas tuvieron carácter oficial y que las otras publicaciones que también aparecieron (literarias, de divulgación científica), estuvieran sujetas a los permisos dados por el Estado dentro de normas de censura. A este poder oficial se unía el poder de la Iglesia en el plano ideológico y moral. Esta situación iría a cambiar muy lenta pero progresivamente, con el desarrollo del comercio, de las primeras industrias y del consecuente declive de la sociedad tradicional. En el terreno político, la aparición de la teorías liberales de mano  del surgimiento y fortalecimiento de la burguesía fueron factores de peso en la transformación de la prensa. En el orden ideológico y cultural, la expansión de la ideas de la Reforma Protestante, jugó también un papel de suma importancia. Las ideas liberales proclamaban la libertad y la responsabilidad individual en materia de pensamiento y en la comunicación del mismo. La reforma liberó a una buena parte de la población europea de la aceptación, sin discusión e interpretación propias, de las ideas del papado romano.
En Francia, desde el siglo XVI hasta la revolución en 1789, las publicaciones estuvieron sometidas a un régimen preventivo y arbitrario, consistente en los permisos reales y en la censura. Las sanciones a los contraventores iban hasta la muerte por horca o estrangulamiento. Inglaterra fue el primer país europeo que logro la libertad de prensa. Las luchas se iniciaron a mediados del siglo XVII y, entre avances y retrocesos, se logró la abolición de la censura en 1695. Esta medida impulsó las publicaciones de todo tipo que tuvieron una creciente acogida del público. Ya en 1702, se fundó el primer diario Daily Current y una revista The Spectator la cual alcanzaba para 1712 un tiraje de 20 mil ejemplares.  Las luchas por la libertad de prensa continuaron hasta finales de siglo, concretamente contra el impuesto especial del timbre fiscal, ideado para impedir el auge que alcanzaban las publicaciones críticas. El impuesto sería finalmente suprimido en 1855.
En Francia, hacia el año 1762, se contaban más de 150 periódicos aunque debido a la censura, los escritores políticos mas combativos se publicaban en libelos y panfletos. A mediados del siglo XVIII, los periódicos mas importantes fueron La Gazette, quincenario a partir de 1761, el Mercure de France, de índole literaria y con colaboración de D’alembert, Condorcet y Voltaire, que circulaba también en el extranjero y el Journal des Savants, dedicado a las ciencias y traducido en otros países de Europa. En 1777 apareció el primer diario Francés Le Journal de Paris, en el cual, debido a la censura, se hablaba de todo menos de política, la cual se tocaba en los periódicos clandestinos aunque se transparentaba en las polémicas de tipo literario, religioso y filosófico de las publicaciones permitidas. La libertad de prensa fue proclamada tanto por la Revolución de Independencia de los Estados Unidos como por la Revolución Francesa, con un intervalo de pocos años: 1776, 1789. La Constitución Norteamericana de 1787 no menciona la libertad de prensa, pero sí lo hace la primera enmienda en 1791: “El Congreso no emitirá ninguna ley tendiente a restringir la libertad de palabra o de prensa”. La declaración francesa de los derechos del hombre, 1789, señala en su Artículo 11: “La libertad  de comunicar sus pensamiento y opiniones es uno de Los derechos más preciosos del hombre, todo ciudadano puede, por tanto, hablar, escribir, imprimir libremente y sólo deberá responder de los abuso cometido en el ejercicio de esta libertad en los casos previstos por la ley” Dentro de este nuevo marco de libertades, con diferencias y altibajos, cada país comenzó a perfilarse en Europa, la prensa inició un período de rápido desarrollo. Otros elementos contribuyeron a ello: el crecimiento de las ciudades debido al incremento en el comercio, los servicios y la industria, la extensión de la educación y el aumento del analfabetismo, la posibilidad de opinar por parte del hombre común lo cual ameritaba creciente volúmenes de información y de ideas, así como los acontecimiento políticos y bélicos, en particular, las noticias sobre la independencia norteamericana y la guerra contra la Francia revolucionaria e imperial. De manera muy general, la característica más notoria del periodismo de los siglos XVII y XVIII en cuanto a lo que a sus contenidos se refiere, es que se trató fundamentalmente de un periodismo ideológico y doctrinario, con una profunda inclinación política. En lo económico, el tránsito del mercantilismo al liberalismo y los inicios de la industrialización; en lo social, el crecimiento  demográfico y la consolidación de la burguesía como la clase social más pujante y dinámica; en lo ideológico y cultural, la disminución del poder de la Iglesia y el auge del racionalismo y de la ciencia. El periodismo producto de este tiempo, fue el mejor portador y difusor de las nuevas ideas y de la lucha por el cambio.
El siglo XIX fue muy propicio para el desarrollo de la llamada prensa industrial o presa de masas, sustituyendo progresivamente a la prensa artesanal. Una serie de adelantos científico-técnicos fueron de gran importancia en este proceso. En 1803 se inició la fabricación automática de papel; en 1814 el Times de Londres utilizó por primera vez la prensa en vapor inventada por el alemán Koenig, con lo cual se multiplicó la velocidad de impresión. La fotografía, inventada por Niepce en 1824 fue incorporada a la impresión y con ella nació la técnica de fotograbado que permitió la ilustración. La aparición del telégrafo, en 1837, aceleró la transmisión de informaciones, abrió la prensa a los despachos del extranjero de manera rápida y segura e introdujo cambios apreciables en la forma de escribir las noticias, imponiendo un estilo escueto y resumido que hacia énfasis en los aspectos clave, sentando las bases a las técnicas redaccionales modernas. Telégrafo, cable submarino y teléfono (éste a partir de 1900) impulsaron el nacimiento y desarrollo de las agencias de noticias internacionales, surgidas todas entre 1830 y 1870: Havas, en Francia; Reuter en Inglaterra; Wolf en Alemania y la Associated Press en los Estados Unidos. Es a un periodista que trabaja para esta última agencia, Lawrence A. Gobright a quien se le atribuye el primer lead, escrito y transmitido el viernes 14 de abril de 1865, dando cuenta del asesinato del presidente norteamericano Abraham Lincoln: El Presidente fue baleado en un teatro  esta noche y se cree que esté mortalmente herido. Como se observa, con una notable economía de palabras, se incluían los elementos esenciales de la noticia: quién, qué, cómo, cuándo y dónde. La cobertura y distribución de la prensa también se vio favorecida por las mejores vías de comunicación y por las redes ferrocarrileras establecidas en Europa y Norteamérica. En el último medio siglo, dos avances tecnológicos facilitarían en grado sumo la confección e impresión  de los periódicos: la prensa rotativa inventada por Hipólito Marinoni en 1867 y la linotipia, puesta a punto por Mergenthaleren los Estados Unidos en 1886. La rotativa permitió imprimir hasta 25 veces más rápido que las antiguas máquinas planas. La linotipia superó incomparablemente la velocidad de composición que hasta  entonces se realizaba totalmente a mano. Finalmente, la fabricación de papel a base de pulpa de madera abarató los costos de este elemento indispensable. Pero aparte de los avances tecnológicos, la vida política, social y cultural favoreció el extraordinario auge que la prensa alcanzó en este período. La urbanización creciente tanto en  Europa como en América hizo aumentar el número de lectores, al incorporarse millones de personas a la vida de las ciudades, personas que, al contrario de sus antepasados de vida rural, tenían amplias necesidades informativas en todos los ámbitos.
La educación también avanzó y en varios países se estableció la educación primaria obligatoria, aumentando como es lógico, la masa lectora. El desarrollo en algunos países de la democracia representativa hizo que el ciudadano común se interesa más en los asuntos públicos. Los conflictos entre capital y trabajo que estallaron con fuerza a finales del siglo XIX y principios del XX, como consecuencia de la expansión del capitalismo, produjeron innumerables huelgas, levantamiento y un clima de inquietud social que despertaba expectativas diversas y apasionamientos.
La Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Revolución Soviética (1917) fueron acontecimientos cruciales que despertaron un interés mundial y dieron carta de identidad al reporterismo “desde el propio lugar de los hechos”, con lo cual el  periodismo informativo que hoy conocemos sentó definitivamente sus bases. Unido a lo anterior, tanto en Europa como en los Estados Unidos, los editores advirtieron la existencia de un amplio público popular, mercado ideal de la prensa de masas, ello dio origen a diarios de bajo precio, escritos en un lenguaje accesible a la mayoría y con temas cercanos al hombre común. Nació así la prensa de masas que en ambos países tuvo un violento crecimiento. En Francia, ya en 1892, Le Petit Journal editaba  más de un millón de ejemplares diarios. Le Matin pasó de 78 mil ejemplares en 1899 a 483 mil en 1905 y a un millón en 1913. Ese mismo año, otro periódico francés Le Petit Parisien publicaba millón y medio de ejemplares diarios. Al lado de esta prensa, las controversias políticas continuaron alentando a los periódicos doctrinarios como La Croix (conservador católico), L’Humanité (comunista) y Le Temps (liberal), que aunque con mucha menos circulación ejercían considerable influencia en los círculos políticos e intelectuales. En Inglaterra el tradicional y prestigioso The Times, sin duda el periódico más influyente en las esferas dirigentes, tenía un tiraje de más de 60 mil ejemplares a mediados del siglo XIX. En esa época dos diarios de estilo más popular y de bajo precio, el Daily Telegraph y el Daily Mail, incrementaron sus ventas rápidamente. En 1900, el Daily Mail distribuía ya 800 mil ejemplares. En 1910 Inglaterra producía 58 periódicos matutinos (Terrou: 40). En la segunda década del siglo XX, tanto en Estados  Unidos como en Europa se inició la radiodifusión, como producto de un desarrollo tecnológico que había comenzado en el XIX, con los experimentos de James Maxwell, Heinrich Hertz y finalmente Guillermo Marconi. En 1920 se realiza la primera transmisión no experimental en Norteamérica. Es mismo año, en Londres, seemite el primer concierto radiodifundido y comienza la experimentación radiofónica en la Unión Soviética. Muy pocos años después la radio estaría en la mayoría de los países europeos, la Unión Sudafricana y América Latina. En los Estados Unidos la radio nació bajo el patrocinio de grandes empresas fabricantes de receptores y otros artefactos eléctricos como la Westinfhouse y la Radio Corporation of América (RCA).En Europa, por el contrario, la delicada situación política hizo que los Estados controlaran de manera directa al nuevo medio que por su penetración constituía una formidable arma de difusión ideológica. Superadas algunas dificultades iniciales con  las cadenas periodísticas que se oponían a que las estaciones transmitieran noticias, la radio se consagró como un gran medio de información aparte del entretenimiento y la comunicación publicitaria, que en Norteamérica y los países de su área de influencia constituía su única fuente de financiamiento. Periodistas con experiencia en el medio impreso pasaron a trabajar en las estaciones y adaptaron sus estilos de redacción a la fugacidad e instantaneidad informativa de la radio. Los años de la Segunda Guerra Mundial y la postguerra, con la división del mundo en dos bloques antagónicos, incrementó la utilización de la radio, concretamente del “periodismo dirigido” y del editorial como elementos clave en la confrontación ideológica. Fue en la década de los 30 cuando las grandes potencias (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y Japón) comenzarían a emplear las ondas cortas para difundir mensajes políticos al mundo entero. Los efectos económicos de la guerra en lugar de afectar negativamente el mercado radiofónico, lo estimularon entre un público ávido y ansioso de información. Sólo en los Estados Unidos, estadísticas confiables muestran que en 1967 existían 268 millones de receptores en los hogares, un promedio de más de cuatro receptores y medio por cada hogar. Los países mas afectados por el conflicto, sí sufrieron una baja en la publicación de periódicos. Sin embargo, pocos años después de terminada la contienda, las cifras volverías a recuperarse. Japón, en 1948, superaba los 41 millones de ejemplares. Italia, en el mismo año, había rebasado las cifras anteriores a la guerra. A partir de la década de los 30, las grandes compañías cinematográficas norteamericanas y europeas, iniciaron la producción de noticieros distribuidos internacionalmente a través de las salas de cine. También las industrias soviéticas y japonesas hicieron lo propio.  
El final de la guerra trajo también como consecuencia la difusión de la televisión, que a partir de la década de los años 50 iniciaría su penetración en el mundo entero. Las características y riqueza informativa del nuevo medio, si afectaron y continúan afectando al mundo de las comunicaciones. El cine inició su descenso al bajar paulatinamente el número de asistentes a las salas. La radio también sufrió una merma considerable en su audiencia que superada gracias a la introducción del transistor que hizo posible los receptores portátiles y por ende la penetración del medio hasta en los lugares más remotos. Por otra parte, la radio debió ajustar su programación en todos los géneros para cubrir necesidades que la televisión ignoraba. Igualmente, la progresiva   preponderancia de la televisión como medio de entretenimiento e información hizo cambiar los patrones informativos de periodismo impreso, el cual paulatinamente se fue transformado, abandonado la presentación escueta de las informaciones para ofrecer mayor carga de reflexión, análisis y comentarios acerca de los hechos. La interpretación y la investigación periodística de los hechos ganaron campo en las redacciones. De la misma forma los periódicos iniciaron una renovación de sus estilos de diagramación y diseño: mejor uso de un producto más agradable y atrayente. En este sentido, puede decirse que la televisión ha generado beneficios para los medios impresos pues los ha obligado a otorgar un tratamiento más completo e inteligente a las informaciones y a buscar diseños más ágiles y acordes con la  estética moderna. Cuando se redactó la Declaración de Independencia, las trece colonias norteamericanas contaban con unos 35 periódicos, en su mayoría toscamente impresos y subsistían a duras penas gracias a la  venta por suscripciones, aunque en su mayoría cada uno de ellos no llegaba a mil ejemplares (De Fleur, 1970). Igual que en Europa, fueron necesarios los cambios políticos, económicos, sociales y culturales para que a principios de siglo XIX comenzara a florecer una prensa popular o de masas,  cuyo primer representante fue The Sun, editado en Nueva York por Benjamín} Day, en 1833. La innovación del periódico, aparte de su bajo precio y de que se vendía al pregón y no por suscripciones, fue su contenido. Day se apartó del concepto tradicional de la noticia como acontecimiento verdaderamente importante en lo político, económico y social y abordó, con un estilo desenfadado relatos sobre crímenes, pleitos en tribunales, catástrofes y fechorías, es decir, temas que interesaban al nuevo público lector que respondió cada vez con mas entusiasmo al diario. Ya para 1837, The Sun editaba 30 mil ejemplares, cantidad  considerablemente mayor a la suma de los demás periódicos. En  ejemplo de The Sun fue seguido por otros editores, entre ellos John Gordon Bennett, quien fundó The Herald, diario de enorme éxito financiero logrado a través de la misma fórmula: crímenes, violaciones, depravaciones y vicios de toda índole. Al mismo tiempo, The Herald reservaba espacio para asuntos “serios”: la política, finanzas y notas sobre la alta sociedad. Esta atractiva combinación de contenidos atrajo lectores de todos los estratos sociales. Décadas más tarde, la guerra civil o de secesión que terminó con el triunfo del norte industrializado sobre el sur agrícola y tradicional, unida a los avances tecnológicos, el crecimiento de las grandes ciudades y el aumento de la población por las gigantescas olas migratorias llegadas al país desde finales del siglo XIX, fortificó las bases de la prensa industrial en Estado Unidos. El ritmo de crecimiento de la circulación de los diarios y publicaciones de toda índole se intensificó más que en cualquier otro país del mundo. El negocio  del periodismo era tan rentable como el que más y al mismo tiempo producía un innegable poder político y social. Comenzaron a surgir las “cadenas” o consorcios de la prensa: varios periódicos en manos de un solo propietario, situación que se ha prolongado hasta hoy en casi todos los países. Dos magnates de la prensa neoyorquina, Joseph Pulitzer y Wiliam Randolph Hearst, protagonizaran desde finales del siglo pasado y comienzos del presente una dura competencia empresarial que marcaría toda una etapa del periodismo moderno y pasaría a la historia como “La Guerra de los Tabloides”. Ambos editores apelaron a los más diversos recursos para conquistar más lectores y por ende más avisos publicitarios. La truculencia, la exageración, la incursión en la vida privada de personajes famosos y buena dosis de crímenes y sexo, fueron los elementos empleados, aparte de las disputas por captar para cada empresa los reporteros más dinámicos y a los redactores más dotados para llegar a los resortes psicológicos del público. De esta época quedó el nombre de “amarillismo” para designar este tipo de periodismo que se fundamenta en el escándalo. El nombre proviene de un personaje de tiras cómicas. “The Yellow Kid”, que aparecía en una de las publicaciones. Con el manejo de un arma tan terrible, los editores como Hearst lograron un extraordinario poder de  influencia política además de inmensas fortunas. La prensa sensacionalista norteamericana, en particular la comandada por este editor, influyó profundamente en la política del país e inclusive en su política exterior, signada en ese entonces por la expansión norteamericana hacia el Caribe y  el Pacífico.
El impacto de amarillismo fue tan grande que densos sectores de la sociedad norteamericana protestaron con vehemencia. Sectores religiosos, políticos y educacionales ejercieron múltiples presiones y al cabo de algunos años, los editores, temerosos de perder la confianza en los lectores, moderaron sus ímpetus y su tendencia a la mentira, la exageración y el escándalo. Sin embargo, en medio de esa situación, no todos los editores tomaron la vía del sensacionalismo, periódicos como The New York Times y otros, continuaron practicando un periodismo informativo apegado a la ética. Con ello, la prensa norteamericana asentó su prestigio como formadora de opinión pública y como órgano vigilante de la administración. El desarrollo de la prensa diaria en los Estados Unidos desde mediados del siglo XIX hasta los años 60 del siglo XX, fue  impresionante a pesar de que luego de la Primera Guerra Mundial se advirtió un declive, pues si bien los diarios aumentaron en su tiraje, la proporción de ese con el total de la  población fue disminuyendo. La invención y popularización de la radio y el cine parecen tener cierta cuota de responsabilidad. Al mismo tiempo ha descendido el número de periódicos las  fusiones entre los grandes consorcios de la prensa y los altos costos de la producción, han sido los causantes de este fenómeno, que con ciertas diferencias se ha dado también en otros países desarrollados. También merece mención especial el periodismo desarrollado en los países socialistas, desde la Revolución Soviética de 1917 hasta eclipse de esos regímenes a finales de la década de 1980. En estos países, la prensa escrita y los medios de comunicación en general tuvieron un rápido crecimiento favorecido por los acelerados procesos de industrialización, urbanización y alfabetización y por el interés directo de Estado y los Partidos Comunistas gobernantes de contar con instrumentos masivos de información, adoctrinamiento  ideológico y contra propaganda. A diferencia de los países capitalistas en los cuales, en forma general aunque con matices diversos, los medios en su mayoría pertenecen y son operados como empresas privadas con fines de lucro, en los socialistas, los medios son propiedad del Estado, del Partido Comunista, de sindicatos o asociaciones de diverso tipo y subvencionados por ellos. En la antigua Unión Soviética, los diarios para 1986 alcanzaban mas de 700, los principales Pravda, diario del partido e Izvestia, diario del gobierno soviético. América Latina. A grandes rasgos y con sus características propias, el desarrollo del periodismo en los países latinoamericanos ha seguido las pautas de los países europeos y de los Estados Unidos. La imprenta llegó a América en tiempo colonial, y se difundió muy lentamente atendiendo a la importancia que le Imperio español le otorgaba a las colonias: desde mediados del siglo XVI en México y Perú, y sólo a comienzos del siglo XIX en regiones menos significativas para el Imperio como Venezuela. Junto con la imprenta los gobernantes españoles trasplantaron a América la censura oficial y eclesiástica. En 1502, los Reyes Católicos prohibieron la venta de libros sin examen previo por parte de los censores y en 1519 el Emperador Carlos V  encomendó al Supremo Tribunal de la Inquisición la vigilancia sobre los impresos. Obviamente, ni el poder político ni el poder eclesiástico prevaleciente tenía ningún interés en que se difundieran en las colonias ideas ajenas, en particular luego de que comenzó la circulación de ideas liberales. Azotes, presidio o muerte eran las penas para quienes se atrevieran a introducir, difundir o imprimir libros y periódicos prohibidos. Las gacetas que se publicaron en las distintas capitales eran de índole oficial y su contenido se restringía a las leyes y disposiciones reales. Su circulación era limitada casi exclusivamente al seno de las instituciones, los funcionarios y al sector  privilegiado de la oligarquía criolla. Luego de la Independencia, en la mayoría de los estados nacionales recién creados se promulgaron constituciones que, inspiradas en los modelos europeos y norteamericanos, consagraron los principios de la libertad de imprenta, muchas veces suprimida u obstaculizada por los innumerables gobiernos dictatoriales que han sufrido los países de la región. Es a partir de ese momento – años 30 del siglo XIX – cuando puede hablarse con propiedad de periodismo latinoamericano. Este periodismo fue, por sus motivaciones y esencia de naturaleza doctrinaria en las esferas políticas y económicas, reflejando fielmente las controversias que entre conservadores y liberales, centralista y federalistas, animaron el panorama político en ideológico del Continente  a lo largo del siglo XIX. Las reformas liberales que con mayor o menor intensidad ocurrieron en casi todos los países latinoamericanos desde mediados de siglo, contribuyeron al auge de la prensa. Las mejoras en las vías de comunicación, el incremento del comercio, el surgimiento de talleres artesanales y las reformas  educativas, potenciaron el desarrollo. No obstante, la prensa continuó siendo de élites para élites, sin participación ni difusión  popular. Comúnmente, los editores eran políticos prominentes o familias de viejas raigambres liberales o conservadoras. Diarios como La Nación y La Prensa, de Buenos Aires, y El Espectador, de Bogotá fueron ejemplos de estos periódicos, fundados con propósitos políticos. A finales del siglo XIX, la prensa latinoamericana seguía siendo doctrinaria y en sus páginas se ventilaban las ideas filosóficas positivista de entonces en boga y el pensamiento socialista introducido desde Europa. Las páginas de opinión rebosaban de artículos en los que se reclamaba la modernización, reformas en la educación, vías de comunicación, democracia política y liberalismo económico. Pese a ese carácter, los periódicos latinoamericanos  informaban asiduamente acerca de los acontecimientos mundiales, bien por vía de reproducciones de diarios españoles o por traducciones de diarios norteamericanos, telégrafo y los servicios de la agencia francesa Havas, muy extendida en el continente para entonces.
Aparte de los periódicos políticos y de interés general, en la mayoría de los países latinoamericanos surgieron en el siglo XIX periódicos y revistas literarias, científicas y forenses.  La verdadera prensa de masas o popular en Latinoamérica, con énfasis en lo informativo, deberá esperar hasta principios o mediados del siglo XX; dependiendo de la modernización, la industrialización, los procesos de urbanización de cada país y los  avances tecnológicos en materia de impresión. De acuerdo a como éstos fueron ocurriendo se incrementó el número de lectores, la inversión publicitaria y la circulación. Países como Argentina, Chile y Brasil, favorecidos por los contingentes inmigratorios y por procesos tempranos de industrialización, fueron los punteros en este campo. Para mediados de la década de 1960, en América Latina circulaban más de 1100 diarios que editaban unos 15 millones de  ejemplares, además de unos 1600 periódicos no diarios y 8 mil publicaciones periódicas de toda índole; 85% de ellas correspondían a seis países: Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú y Venezuela (Lloyd Sommerland, 1966).En cuanto a la radio y la televisión, puede afirmarse que ambos medios han tenido un crecimiento muy apreciable en la región desde su introducción: la radio, a finales de los años 20 de este siglo y la televisión desde principios de los 50. Desde un comienzo, estos medios – con excepción de Chile hasta la década de los 80 y Cuba a partir de la Revolución de 1959 –, ha funcionado en manos de la iniciativa privada. El desarrollo de los medios audiovisuales en América Latina ni siquiera se vio perturbado por la crisis económica que azota a la región desde la  década de los 80, siendo, por el contrario, uno de los sectores económicos con mayores niveles de crecimiento.
Hay que decir que el desarrollo del periodismo en el Continente se ha visto a menudo obstaculizado por los avatares políticos. Los largos períodos de gobiernos dictatoriales o autoritarios que han vivido países como Brasil, Argentina, República Dominicana, Chile, Perú y Venezuela, entre  otros, no han sido propicios para la expansión de una prensa independiente que juegue efectivamente su papel como institución vigilante del Estado. La libertad de prensa también ha sido afectada por las convulsiones del clima político y los frecuentes casos de censura y persecución de periodistas en regímenes considerados como democráticos. Tal y como ha ocurrido en Europa y en los Estados Unidos,  los medios de comunicación en América Latina y por ende la prensa, han tendido en las últimas décadas a concentrarse en cadenas de uno o pocos propietarios que, en algunos casos, poseen también vínculos empresariales con redes y consorcios extranjeros. Esta realidad es común a todos los países, pero se marcado con más fuerza en Brasil, México, Argentina, Colombia y Venezuela.
Los avances tecnológicos ocurridos en los años 60, han provocado también cambios importantes en los medios y, desde luego, en la práctica del periodismo. La transmisión a distancia por medio de los satélites se ha incrementado considerablemente desde la época de los pioneros: el Telstar en 1962 y el Early Bird en 1965.
La informática ha producido transformaciones en los  medios impresos, tanto en el terreno de la elaboración de las informaciones como en el de la confección final de los diarios (diseño, diagramación e impresión). La telemática (combinación de las telecomunicaciones con la informática) desde hace varios años facilita a los periódicos la edición de diversos ejemplares casi al mismo tiempo, dedicadas a diferentes regiones en un solo país, con lo cual los grandes diarios de circulación nacional paulatinamente invaden los terrenos de la prensa de provincia. También permite que los periodistas o cualquier ciudadano, pueda participar en ruedas de prensa o conferencias que se celebren en lugares remotos. Estas innovaciones tecnológicas es lo que permite hablar de los nuevos medios, término que se utiliza para describir cualquier medio que combine texto, gráficas, sonido y video (Biagi, 1999). En este proceso Nicholas Negroponte empezó a popularizar una teoría llamada convergencia, con lo cual se intenta describir cómo varias industrias de los medios de comunicación habían empezado a interconectarse: “Las industrias de los medios no solamente se relacionaban económicamente, a medida que las compañías empezaron a comprar y vender productos entre ellas, sino también empezaban a unificar sus tecnologías,…, lo que significaba que finalmente los productos de las distintas compañías se asemejarían” (Biagi:1999, 212).
Las redes informáticas, como en el caso de la famosa Internet, abren nuevas dimensiones al periodismo y nuevos retos para los profesionales de la información. Esta es una de las características de la sociedad de la información, pero ella no ofrece solamente ventajas sino que también produce consecuencias que acentúan problemas ya presentes y entre ellos podemos nombrar la concentración de la propiedad y el crecimiento de la brecha tecnológica entre países  industrializados y del Tercer Mundo. Al fenómeno de la convergencia se suma el de la integración (creación de conglomerados de multimedia, incluyendo empresas de hardware que compran productores de contenido), mientras la brecha se produce porque quienes crean las tecnologías se adueñan de ellas.
Algunos comentaristas piensan que en pocos años este periodismo digital barrerá con el periódico tradicional de tinta y papel. Lo más probable, es que durante largas décadas las dos modalidades coexistan como ocurre hoy en día. El periodista tendrá que adaptarse a los nuevos medios, reeducarse para trabajar en ellos. Deberá esforzarse en aumentar sus conocimientos en áreas especializadas y estar en la capacidad de responder y aclarar las dudas e interrogantes de un público que tiene por primera vez la oportunidad de no ser únicamente un receptor pasivo sino un activo participante en el proceso informativo. Ello conducirá al periodista a revalorizar la ética profesional en todos sus aspectos, en particular en el que se refiere a la veracidad y exactitud de la información que procesa y transmite y la enorme responsabilidad social que siempre ha tenido.



1 comentario:

  1. wao es muy extenso,preferiría que se cuente en el hecho de el comienzo en si, no el desarrollo primero seria bueno contar sobre la escritura cuneiforme que fue utilizado como un medio,se cuenta como parte inicial del periodismo.

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