ORIGEN
Y EVOLUCION DEL PERIODISMO EN EL MUNDO
La
historia del periodismo es el estudio de la evolución en el tiempo, de su concepción
y su práctica. La historia de los medios se refiere a los instrumentos técnicos
de transmisión de información. Los medios y sus tecnologías, especificidades y
la manera como han sido organizados en la sociedad, incluyendo su propia
organización interna, han ejercido gran influencia en la historia del
periodismo, pero no constituyen su historia.
La
historia del periodismo podría dividirse en dos grandes etapas: etapa artesanal
y la etapa industrial. La primera
correspondería desde los inicios de la prensa periódica hasta la segunda mitad
del siglo XIX. La segunda, desde esas décadas hasta el presente. Hay rasgos distintivos,
la prensa artesanal fue el producto de un solo hombre o de muy pocos, quienes ejercían
todas las labores propias de la edición por sí mismos, sin organización
empresarial, ni división marcada del trabajo manual e intelectual, y sin que el
periodismo fuera en sentido estricto un oficio o profesión delimitada en su
definición y funciones. La etapa de la prensa industrial, comprende la división del trabajo,
el oficio o profesión del periodista (que de su ejercicio deriva su sustento) y
la consecuente organización empresarial que produce y vende un bien o
mercancía: la noticia.
El
periodismo tiene sus antecedentes precisos en el siglo XIII europeo, cuando los
comerciantes publicaban y distribuían hojas destinadas a dar cuenta de la
información de productos y precios. Estas hojas -Avissi en Italia, Zeitung en
Alemania- son el verdadero origen del
periodismo (Terrou, 1969: 20). Ellas proliferaron por el auge del comercio y de
la banca, sustituyendo progresivamente para esos fines comerciales y
financieros al correo. En Venecia a esos escritores se les llamaba scrittor
d’avissi; en Roma, gazzettatini; en París, nouvellistes; en Londres, writters
of letters y en Alemania zeitunger o novellisten (Habermas, 1986).
La
difusión de informaciones por esta vía se vio muy favorecida por la invención y
la posterior popularización de la imprenta de tipos móviles. La imprenta de
Johan Gutemberg (1450) fue primero utilizada para la impresión de libros, pero debido
al alto costo de éstos, fue empleada para las publicaciones periódicas, ya que
los impresores advirtieron la necesidad social de las informaciones políticas y
de acontecimientos bélicos, aparte de las económicas. Desde finales del siglo
XV y durante el siglo XVI, estas publicaciones surgieron en las naciones más desarrolladas
de Europa. Los progresos en la organización del servicio postal y de las vías
de comunicación favorecieron su desarrollo. En el siglo XVII nacen las gacetas,
la primera de ellas al parecer surgió en
Estrasburgo, en 1609, de periodicidad semanal. En Francia la primera gaceta apareció
el 30 de mayo de 1631: La Gazette, de Teopharste Renaudot, semanal, de cuatro
páginas con un tiraje de 1200 ejemplares. En Inglaterra, 1622, A Current of
General News. En el mismo periodo
aparecen otras en Italia, Alemania, Holanda y España.
Las
circunstancias políticas en las cuales se originaron los primeros periódicos,
fueron de absolutismo y de poder ilimitado de los gobernantes, reyes y
emperadores, quienes por una parte emplearon la prensa como medio de control
político y de difusión de mandatos
oficiales y, por
otra,
mantuvieron rígidos controles sobre lo que se podía publicar. De allí que la
mayoría de estas gacetas tuvieron carácter oficial y que las otras
publicaciones que también aparecieron (literarias, de divulgación científica),
estuvieran sujetas a los permisos dados por el Estado dentro de normas de
censura. A este poder oficial se unía el poder de la Iglesia en el plano
ideológico y moral. Esta situación iría a cambiar muy lenta pero progresivamente,
con el desarrollo del comercio, de las primeras industrias y del consecuente
declive de la sociedad tradicional. En el terreno político, la aparición de la
teorías liberales de mano del
surgimiento y fortalecimiento de la burguesía fueron factores de peso en la
transformación de la prensa. En el orden ideológico y cultural, la expansión de
la ideas de la Reforma Protestante, jugó también un papel de suma importancia.
Las ideas liberales proclamaban la libertad y la responsabilidad individual en
materia de pensamiento y en la comunicación del mismo. La reforma liberó a una
buena parte de la población europea de la aceptación, sin discusión e
interpretación propias, de las ideas del papado romano.
En
Francia, desde el siglo XVI hasta la revolución en 1789, las publicaciones
estuvieron sometidas a un régimen preventivo y arbitrario, consistente en los
permisos reales y en la censura. Las sanciones a los contraventores iban hasta
la muerte por horca o estrangulamiento. Inglaterra fue el primer país europeo
que logro la libertad de prensa. Las luchas se iniciaron a mediados del siglo XVII
y, entre avances y retrocesos, se logró la abolición de la censura en 1695.
Esta medida impulsó las publicaciones de todo tipo que tuvieron una creciente
acogida del público. Ya en 1702, se fundó el primer diario Daily Current y una
revista The Spectator la cual alcanzaba para 1712 un tiraje de 20 mil
ejemplares. Las luchas por la libertad
de prensa continuaron hasta finales de siglo, concretamente contra el impuesto
especial del timbre fiscal, ideado para impedir el auge que alcanzaban las
publicaciones críticas. El impuesto sería finalmente suprimido en 1855.
En
Francia, hacia el año 1762, se contaban más de 150 periódicos aunque debido a
la censura, los escritores políticos mas combativos se publicaban en libelos y
panfletos. A mediados del siglo XVIII, los periódicos mas importantes fueron La
Gazette, quincenario a partir de 1761, el Mercure de France, de índole
literaria y con colaboración de D’alembert, Condorcet y Voltaire, que circulaba
también en el extranjero y el Journal des Savants, dedicado a las ciencias y
traducido en otros países de Europa. En 1777 apareció el primer diario Francés
Le Journal de Paris, en el cual, debido a la censura, se hablaba de todo menos
de política, la cual se tocaba en los periódicos clandestinos aunque se
transparentaba en las polémicas de tipo literario, religioso y filosófico de las
publicaciones permitidas. La libertad de prensa fue proclamada tanto por la Revolución
de Independencia de los Estados Unidos como por la Revolución Francesa, con un
intervalo de pocos años: 1776, 1789. La Constitución Norteamericana de 1787 no
menciona la libertad de prensa, pero sí lo hace la primera enmienda en 1791: “El
Congreso no emitirá ninguna ley tendiente a restringir la libertad de palabra o
de prensa”. La declaración francesa de los derechos del hombre, 1789, señala en
su Artículo 11: “La libertad de
comunicar sus pensamiento y opiniones es uno de Los derechos más preciosos del
hombre, todo ciudadano puede, por tanto, hablar, escribir, imprimir libremente
y sólo deberá responder de los abuso cometido en el ejercicio de esta libertad en
los casos previstos por la ley” Dentro de este nuevo marco de libertades, con
diferencias y altibajos, cada país comenzó a perfilarse en Europa, la prensa inició
un período de rápido desarrollo. Otros elementos contribuyeron a ello: el
crecimiento de las ciudades debido al incremento en el comercio, los servicios
y la industria, la extensión de la educación y el aumento del analfabetismo, la
posibilidad de opinar por parte del hombre común lo cual ameritaba creciente
volúmenes de información y de ideas, así como los acontecimiento políticos y
bélicos, en particular, las noticias sobre la independencia norteamericana y la
guerra contra la Francia revolucionaria e imperial. De manera muy general, la
característica más notoria del periodismo de los siglos XVII y XVIII en cuanto
a lo que a sus contenidos se refiere, es que se trató fundamentalmente de un periodismo
ideológico y doctrinario, con una profunda inclinación política. En lo
económico, el tránsito del mercantilismo al liberalismo y los inicios de la
industrialización; en lo social, el crecimiento demográfico y la consolidación de la burguesía
como la clase social más pujante y dinámica; en lo ideológico y cultural, la
disminución del poder de la Iglesia y el auge del racionalismo y de la ciencia.
El periodismo producto de este tiempo, fue el mejor portador y difusor de las
nuevas ideas y de la lucha por el cambio.
El
siglo XIX fue muy propicio para el desarrollo de la llamada prensa industrial o
presa de masas, sustituyendo progresivamente a la prensa artesanal. Una serie
de adelantos científico-técnicos fueron de gran importancia en este proceso. En
1803 se inició la fabricación automática de papel; en 1814 el Times de Londres
utilizó por primera vez la prensa en vapor inventada por el alemán Koenig, con
lo cual se multiplicó la velocidad de impresión. La fotografía, inventada por
Niepce en 1824 fue incorporada a la impresión y con ella nació la técnica de fotograbado
que permitió la ilustración. La aparición del telégrafo, en 1837, aceleró la
transmisión de informaciones, abrió la prensa a los despachos del extranjero de
manera rápida y segura e introdujo cambios apreciables en la forma de escribir las
noticias, imponiendo un estilo escueto y resumido que hacia énfasis en los
aspectos clave, sentando las bases a las técnicas redaccionales modernas.
Telégrafo, cable submarino y teléfono (éste a partir de 1900) impulsaron el
nacimiento y desarrollo de las agencias de noticias internacionales, surgidas
todas entre 1830 y 1870: Havas, en Francia; Reuter en Inglaterra; Wolf en Alemania
y la Associated Press en los Estados Unidos. Es a un periodista que trabaja
para esta última agencia, Lawrence A. Gobright a quien se le atribuye el primer
lead, escrito y transmitido el viernes 14 de abril de 1865, dando cuenta del asesinato
del presidente norteamericano Abraham Lincoln: El Presidente fue baleado en un
teatro esta noche y se cree que esté
mortalmente herido. Como se observa, con una notable economía de palabras, se
incluían los elementos esenciales de la noticia: quién, qué, cómo, cuándo y
dónde. La cobertura y distribución de la prensa también se vio favorecida por
las mejores vías de comunicación y por las redes ferrocarrileras establecidas
en Europa y Norteamérica. En el último medio siglo, dos avances tecnológicos
facilitarían en grado sumo la confección e impresión de los periódicos: la prensa rotativa
inventada por Hipólito Marinoni en 1867 y la linotipia, puesta a punto por
Mergenthaleren los Estados Unidos en 1886. La rotativa permitió imprimir hasta
25 veces más rápido que las antiguas máquinas planas. La linotipia superó incomparablemente
la velocidad de composición que hasta entonces
se realizaba totalmente a mano. Finalmente, la fabricación de papel a base de
pulpa de madera abarató los costos de este elemento indispensable. Pero aparte
de los avances tecnológicos, la vida política, social y cultural favoreció el
extraordinario auge que la prensa alcanzó en este período. La urbanización
creciente tanto en Europa como en
América hizo aumentar el número de lectores, al incorporarse millones de personas
a la vida de las ciudades, personas que, al contrario de sus antepasados de
vida rural, tenían amplias necesidades informativas en todos los ámbitos.
La
educación también avanzó y en varios países se estableció la educación primaria
obligatoria, aumentando como es lógico, la masa lectora. El desarrollo en algunos
países de la democracia representativa hizo que el ciudadano común se interesa
más en los asuntos públicos. Los conflictos entre capital y trabajo que estallaron
con fuerza a finales del siglo XIX y principios del XX, como consecuencia de la
expansión del capitalismo, produjeron innumerables huelgas, levantamiento y un
clima de inquietud social que despertaba expectativas diversas y
apasionamientos.
La
Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Revolución Soviética (1917)
fueron acontecimientos cruciales que despertaron un interés mundial y dieron
carta de identidad al reporterismo “desde el propio lugar de los hechos”, con
lo cual el periodismo informativo que
hoy conocemos sentó definitivamente sus bases. Unido a lo anterior, tanto en
Europa como en los Estados Unidos, los editores advirtieron la existencia de un
amplio público popular, mercado ideal de la prensa de masas, ello dio origen a
diarios de bajo precio, escritos en un lenguaje accesible a la mayoría y con
temas cercanos al hombre común. Nació así la prensa de masas que en ambos
países tuvo un violento crecimiento. En Francia, ya en 1892, Le Petit Journal
editaba más de un millón de ejemplares
diarios. Le Matin pasó de 78 mil ejemplares en 1899 a 483 mil en 1905 y a un
millón en 1913. Ese mismo año, otro periódico francés Le Petit Parisien publicaba
millón y medio de ejemplares diarios. Al lado de esta prensa, las controversias
políticas continuaron alentando a los periódicos doctrinarios como La Croix
(conservador católico), L’Humanité (comunista) y Le Temps (liberal), que aunque
con mucha menos circulación ejercían considerable influencia en los círculos
políticos e intelectuales. En Inglaterra el tradicional y prestigioso The
Times, sin duda el periódico más influyente en las esferas dirigentes, tenía un
tiraje de más de 60 mil ejemplares a mediados del siglo XIX. En esa época dos
diarios de estilo más popular y de bajo precio, el Daily Telegraph y el Daily
Mail, incrementaron sus ventas rápidamente. En 1900, el Daily Mail distribuía
ya 800 mil ejemplares. En 1910 Inglaterra producía 58 periódicos matutinos (Terrou:
40). En la segunda década del siglo XX, tanto en Estados Unidos como en Europa se inició la radiodifusión,
como producto de un desarrollo tecnológico que había comenzado en el XIX, con los
experimentos de James Maxwell, Heinrich Hertz y finalmente Guillermo Marconi.
En 1920 se realiza la primera transmisión no experimental en Norteamérica. Es
mismo año, en Londres, seemite el primer concierto radiodifundido y comienza la
experimentación radiofónica en la Unión Soviética. Muy pocos años después la
radio estaría en la mayoría de los países europeos, la Unión Sudafricana y
América Latina. En los Estados Unidos la radio nació bajo el patrocinio de
grandes empresas fabricantes de receptores y otros artefactos eléctricos como
la Westinfhouse y la Radio Corporation of América (RCA).En Europa, por el
contrario, la delicada situación política hizo que los Estados controlaran de manera
directa al nuevo medio que por su penetración constituía una formidable arma de
difusión ideológica. Superadas algunas dificultades iniciales con las cadenas periodísticas que se oponían a
que las estaciones transmitieran noticias, la radio se consagró como un gran
medio de información aparte del entretenimiento y la comunicación publicitaria,
que en Norteamérica y los países de su área de influencia constituía su única
fuente de financiamiento. Periodistas con experiencia en el medio impreso
pasaron a trabajar en las estaciones y adaptaron sus estilos de redacción a la
fugacidad e instantaneidad informativa de la radio. Los años de la Segunda Guerra
Mundial y la postguerra, con la división del mundo en dos bloques antagónicos, incrementó
la utilización de la radio, concretamente del “periodismo dirigido” y del editorial
como elementos clave en la confrontación ideológica. Fue en la década de los 30
cuando las grandes potencias (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y
Japón) comenzarían a emplear las ondas cortas para difundir mensajes políticos
al mundo entero. Los efectos económicos de la guerra en lugar de afectar negativamente
el mercado radiofónico, lo estimularon entre un público ávido y ansioso de información.
Sólo en los Estados Unidos, estadísticas confiables muestran que en 1967
existían 268 millones de receptores en los hogares, un promedio de más de
cuatro receptores y medio por cada hogar. Los países mas afectados por el
conflicto, sí sufrieron una baja en la publicación de periódicos. Sin embargo, pocos
años después de terminada la contienda, las cifras volverías a recuperarse.
Japón, en 1948, superaba los 41 millones de ejemplares. Italia, en el mismo
año, había rebasado las cifras anteriores a la guerra. A partir de la década de
los 30, las grandes compañías cinematográficas norteamericanas y europeas,
iniciaron la producción de noticieros distribuidos internacionalmente a través de
las salas de cine. También las industrias soviéticas y japonesas hicieron lo
propio.
El
final de la guerra trajo también como consecuencia la difusión de la
televisión, que a partir de la década de los años 50 iniciaría su penetración
en el mundo entero. Las características y riqueza informativa del nuevo medio,
si afectaron y continúan afectando al mundo de las comunicaciones. El cine
inició su descenso al bajar paulatinamente el número de asistentes a las salas.
La radio también sufrió una merma considerable en su audiencia que superada
gracias a la introducción del transistor que hizo posible los receptores
portátiles y por ende la penetración del medio hasta en los lugares más
remotos. Por otra parte, la radio debió ajustar su programación en todos los géneros
para cubrir necesidades que la televisión ignoraba. Igualmente, la progresiva preponderancia de la televisión como medio de
entretenimiento e información hizo cambiar los patrones informativos de
periodismo impreso, el cual paulatinamente se fue transformado, abandonado la
presentación escueta de las informaciones para ofrecer mayor carga de reflexión,
análisis y comentarios acerca de los hechos. La interpretación y la
investigación periodística de los hechos ganaron campo en las redacciones. De
la misma forma los periódicos iniciaron una renovación de sus estilos de diagramación
y diseño: mejor uso de un producto más agradable y atrayente. En este sentido,
puede decirse que la televisión ha generado beneficios para los medios impresos
pues los ha obligado a otorgar un tratamiento más completo e inteligente a las
informaciones y a buscar diseños más ágiles y acordes con la estética moderna. Cuando se redactó la
Declaración de Independencia, las trece colonias norteamericanas contaban con unos
35 periódicos, en su mayoría toscamente impresos y subsistían a duras penas
gracias a la venta por suscripciones, aunque
en su mayoría cada uno de ellos no llegaba a mil ejemplares (De Fleur, 1970).
Igual que en Europa, fueron necesarios los cambios políticos, económicos,
sociales y culturales para que a principios de siglo XIX comenzara a florecer
una prensa popular o de masas, cuyo
primer representante fue The Sun, editado en Nueva York por Benjamín} Day, en
1833. La innovación del periódico, aparte de su bajo precio y de que se vendía
al pregón y no por suscripciones, fue su contenido. Day se apartó del concepto
tradicional de la noticia como acontecimiento verdaderamente importante en lo político,
económico y social y abordó, con un estilo desenfadado relatos sobre crímenes,
pleitos en tribunales, catástrofes y fechorías, es decir, temas que interesaban
al nuevo público lector que respondió cada vez con mas entusiasmo al diario. Ya
para 1837, The Sun editaba 30 mil ejemplares, cantidad considerablemente mayor a la suma de los
demás periódicos. En ejemplo de The Sun
fue seguido por otros editores, entre ellos John Gordon Bennett, quien fundó
The Herald, diario de enorme éxito financiero logrado a través de la misma
fórmula: crímenes, violaciones, depravaciones y vicios de toda índole. Al mismo
tiempo, The Herald reservaba espacio para asuntos “serios”: la política,
finanzas y notas sobre la alta sociedad. Esta atractiva combinación de
contenidos atrajo lectores de todos los estratos sociales. Décadas más tarde,
la guerra civil o de secesión que terminó con el triunfo del norte industrializado
sobre el sur agrícola y tradicional, unida a los avances tecnológicos, el crecimiento
de las grandes ciudades y el aumento de la población por las gigantescas olas
migratorias llegadas al país desde finales del siglo XIX, fortificó las bases
de la prensa industrial en Estado Unidos. El ritmo de crecimiento de la circulación
de los diarios y publicaciones de toda índole se intensificó más que en
cualquier otro país del mundo. El negocio
del periodismo era tan rentable como el que más y al mismo tiempo
producía un innegable poder político y social. Comenzaron a surgir las “cadenas”
o consorcios de la prensa: varios periódicos en manos de un solo propietario,
situación que se ha prolongado hasta hoy en casi todos los países. Dos magnates
de la prensa neoyorquina, Joseph Pulitzer y Wiliam Randolph Hearst, protagonizaran
desde finales del siglo pasado y comienzos del presente una dura competencia empresarial
que marcaría toda una etapa del periodismo moderno y pasaría a la historia como
“La Guerra de los Tabloides”. Ambos editores apelaron a los más diversos recursos
para conquistar más lectores y por ende más avisos publicitarios. La
truculencia, la exageración, la incursión en la vida privada de personajes
famosos y buena dosis de crímenes y sexo, fueron los elementos empleados,
aparte de las disputas por captar para cada empresa los reporteros más
dinámicos y a los redactores más dotados para llegar a los resortes psicológicos
del público. De esta época quedó el nombre de “amarillismo” para designar este
tipo de periodismo que se fundamenta en el escándalo. El nombre proviene de un personaje
de tiras cómicas. “The Yellow Kid”, que aparecía en una de las publicaciones. Con
el manejo de un arma tan terrible, los editores como Hearst lograron un
extraordinario poder de influencia
política además de inmensas fortunas. La prensa sensacionalista norteamericana,
en particular la comandada por este editor, influyó profundamente en la
política del país e inclusive en su política exterior, signada en ese entonces
por la expansión norteamericana hacia el Caribe y el Pacífico.
El
impacto de amarillismo fue tan grande que densos sectores de la sociedad
norteamericana protestaron con vehemencia. Sectores religiosos, políticos y
educacionales ejercieron múltiples presiones y al cabo de algunos años, los editores,
temerosos de perder la confianza en los lectores, moderaron sus ímpetus y su
tendencia a la mentira, la exageración y el escándalo. Sin embargo, en medio de
esa situación, no todos los editores tomaron la vía del sensacionalismo,
periódicos como The New York Times y otros, continuaron practicando un periodismo
informativo apegado a la ética. Con ello, la prensa norteamericana asentó su
prestigio como formadora de opinión pública y como órgano vigilante de la
administración. El desarrollo de la prensa diaria en los Estados Unidos desde
mediados del siglo XIX hasta los años 60 del siglo XX, fue impresionante a pesar de que luego de la
Primera Guerra Mundial se advirtió un declive, pues si bien los diarios aumentaron
en su tiraje, la proporción de ese con el total de la población fue disminuyendo. La invención y
popularización de la radio y el cine parecen tener cierta cuota de
responsabilidad. Al mismo tiempo ha descendido el número de periódicos las fusiones entre los grandes consorcios de la
prensa y los altos costos de la producción, han sido los causantes de este fenómeno,
que con ciertas diferencias se ha dado también en otros países desarrollados. También
merece mención especial el periodismo desarrollado en los países socialistas,
desde la Revolución Soviética de 1917 hasta eclipse de esos regímenes a finales
de la década de 1980. En estos países, la prensa escrita y los medios de
comunicación en general tuvieron un rápido crecimiento favorecido por los acelerados
procesos de industrialización, urbanización y alfabetización y por el interés directo
de Estado y los Partidos Comunistas gobernantes de contar con instrumentos
masivos de información, adoctrinamiento ideológico
y contra propaganda. A diferencia de los países capitalistas en los cuales, en
forma general aunque con matices diversos, los medios en su mayoría pertenecen
y son operados como empresas privadas con fines de lucro, en los socialistas, los
medios son propiedad del Estado, del Partido Comunista, de sindicatos o
asociaciones de diverso tipo y subvencionados por ellos. En la antigua Unión Soviética,
los diarios para 1986 alcanzaban mas de 700, los principales Pravda, diario del
partido e Izvestia, diario del gobierno soviético. América Latina. A grandes
rasgos y con sus características propias, el desarrollo del periodismo en los
países latinoamericanos ha seguido las pautas de los países europeos y de los
Estados Unidos. La imprenta llegó a América en tiempo colonial, y se difundió
muy lentamente atendiendo a la importancia que le Imperio español le otorgaba a
las colonias: desde mediados del siglo XVI en México y Perú, y sólo a comienzos
del siglo XIX en regiones menos significativas para el Imperio como Venezuela. Junto
con la imprenta los gobernantes españoles trasplantaron a América la censura
oficial y eclesiástica. En 1502, los Reyes Católicos prohibieron la venta de
libros sin examen previo por parte de los censores y en 1519 el Emperador
Carlos V encomendó al Supremo Tribunal de
la Inquisición la vigilancia sobre los impresos. Obviamente, ni el poder
político ni el poder eclesiástico prevaleciente tenía ningún interés en que se difundieran
en las colonias ideas ajenas, en particular luego de que comenzó la circulación
de ideas liberales. Azotes, presidio o muerte eran las penas para quienes se
atrevieran a introducir, difundir o imprimir libros y periódicos prohibidos.
Las gacetas que se publicaron en las distintas capitales eran de índole oficial
y su contenido se restringía a las leyes y disposiciones reales. Su circulación
era limitada casi exclusivamente al seno de las instituciones, los funcionarios
y al sector privilegiado de la oligarquía
criolla. Luego de la Independencia, en la mayoría de los estados nacionales
recién creados se promulgaron constituciones que, inspiradas en los modelos
europeos y norteamericanos, consagraron los principios de la libertad de
imprenta, muchas veces suprimida u obstaculizada por los innumerables gobiernos
dictatoriales que han sufrido los países de la región. Es a partir de ese
momento – años 30 del siglo XIX – cuando puede hablarse con propiedad de
periodismo latinoamericano. Este periodismo fue, por sus motivaciones y esencia
de naturaleza doctrinaria en las esferas políticas y económicas, reflejando fielmente
las controversias que entre conservadores y liberales, centralista y
federalistas, animaron el panorama político en ideológico del Continente a lo largo del siglo XIX. Las reformas
liberales que con mayor o menor intensidad ocurrieron en casi todos los países
latinoamericanos desde mediados de siglo, contribuyeron al auge de la prensa. Las
mejoras en las vías de comunicación, el incremento del comercio, el surgimiento
de talleres artesanales y las reformas educativas,
potenciaron el desarrollo. No obstante, la prensa continuó siendo de élites
para élites, sin participación ni difusión
popular. Comúnmente, los editores eran políticos prominentes o familias
de viejas raigambres liberales o conservadoras. Diarios como La Nación y La
Prensa, de Buenos Aires, y El Espectador, de Bogotá fueron ejemplos de estos
periódicos, fundados con propósitos políticos. A finales del siglo XIX, la prensa
latinoamericana seguía siendo doctrinaria y en sus páginas se ventilaban las
ideas filosóficas positivista de entonces en boga y el pensamiento socialista
introducido desde Europa. Las páginas de opinión rebosaban de artículos en los que
se reclamaba la modernización, reformas en la educación, vías de comunicación,
democracia política y liberalismo económico. Pese a ese carácter, los
periódicos latinoamericanos informaban
asiduamente acerca de los acontecimientos mundiales, bien por vía de
reproducciones de diarios españoles o por traducciones de diarios
norteamericanos, telégrafo y los servicios de la agencia francesa Havas, muy
extendida en el continente para entonces.
Aparte
de los periódicos políticos y de interés general, en la mayoría de los países
latinoamericanos surgieron en el siglo XIX periódicos y revistas literarias,
científicas y forenses. La verdadera
prensa de masas o popular en Latinoamérica, con énfasis en lo informativo,
deberá esperar hasta principios o mediados del siglo XX; dependiendo de la modernización,
la industrialización, los procesos de urbanización de cada país y los avances tecnológicos en materia de impresión.
De acuerdo a como éstos fueron ocurriendo se incrementó el número de lectores,
la inversión publicitaria y la circulación. Países como Argentina, Chile y
Brasil, favorecidos por los contingentes inmigratorios y por procesos tempranos
de industrialización, fueron los punteros en este campo. Para mediados de la década
de 1960, en América Latina circulaban más de 1100 diarios que editaban unos 15
millones de ejemplares, además de unos
1600 periódicos no diarios y 8 mil publicaciones periódicas de toda índole; 85%
de ellas correspondían a seis países: Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú
y Venezuela (Lloyd Sommerland, 1966).En cuanto a la radio y la televisión,
puede afirmarse que ambos medios han tenido un crecimiento muy apreciable en la
región desde su introducción: la radio, a finales de los años 20 de este siglo
y la televisión desde principios de los 50. Desde un comienzo, estos medios –
con excepción de Chile hasta la década de los 80 y Cuba a partir de la
Revolución de 1959 –, ha funcionado en manos de la iniciativa privada. El
desarrollo de los medios audiovisuales en América Latina ni siquiera se vio perturbado
por la crisis económica que azota a la región desde la década de los 80, siendo, por el contrario,
uno de los sectores económicos con mayores niveles de crecimiento.
Hay
que decir que el desarrollo del periodismo en el Continente se ha visto a
menudo obstaculizado por los avatares políticos. Los largos períodos de gobiernos
dictatoriales o autoritarios que han vivido países como Brasil, Argentina, República
Dominicana, Chile, Perú y Venezuela, entre otros, no han sido propicios para la expansión
de una prensa independiente que juegue efectivamente su papel como institución
vigilante del Estado. La libertad de prensa también ha sido afectada por las
convulsiones del clima político y los frecuentes casos de censura y persecución
de periodistas en regímenes considerados como democráticos. Tal y como ha
ocurrido en Europa y en los Estados Unidos,
los medios de comunicación en América Latina y por ende la prensa, han
tendido en las últimas décadas a concentrarse en cadenas de uno o pocos
propietarios que, en algunos casos, poseen también vínculos empresariales con
redes y consorcios extranjeros. Esta realidad es común a todos los países, pero
se marcado con más fuerza en Brasil, México, Argentina, Colombia y Venezuela.
Los
avances tecnológicos ocurridos en los años 60, han provocado también cambios
importantes en los medios y, desde luego, en la práctica del periodismo. La
transmisión a distancia por medio de los satélites se ha incrementado
considerablemente desde la época de los pioneros: el Telstar en 1962 y el Early
Bird en 1965.
La
informática ha producido transformaciones en los medios impresos, tanto en el terreno de la elaboración
de las informaciones como en el de la confección final de los diarios (diseño,
diagramación e impresión). La telemática (combinación de las telecomunicaciones
con la informática) desde hace varios años facilita a los periódicos la edición
de diversos ejemplares casi al mismo tiempo, dedicadas a diferentes regiones en
un solo país, con lo cual los grandes diarios de circulación nacional paulatinamente
invaden los terrenos de la prensa de provincia. También permite que los periodistas
o cualquier ciudadano, pueda participar en ruedas de prensa o conferencias que
se celebren en lugares remotos. Estas innovaciones tecnológicas es lo que
permite hablar de los nuevos medios, término que se utiliza para describir
cualquier medio que combine texto, gráficas, sonido y video (Biagi, 1999). En
este proceso Nicholas Negroponte empezó a popularizar una teoría llamada convergencia,
con lo cual se intenta describir cómo varias industrias de los medios de
comunicación habían empezado a interconectarse: “Las industrias de los medios
no solamente se relacionaban económicamente, a medida que las compañías empezaron
a comprar y vender productos entre ellas, sino también empezaban a unificar sus
tecnologías,…, lo que significaba que finalmente los productos de las distintas
compañías se asemejarían” (Biagi:1999, 212).
Las
redes informáticas, como en el caso de la famosa Internet, abren nuevas
dimensiones al periodismo y nuevos retos para los profesionales de la información.
Esta es una de las características de la sociedad de la información, pero ella
no ofrece solamente ventajas sino que también produce consecuencias que
acentúan problemas ya presentes y entre ellos podemos nombrar la concentración
de la propiedad y el crecimiento de la brecha tecnológica entre países industrializados y del Tercer Mundo. Al
fenómeno de la convergencia se suma el de la integración (creación de conglomerados
de multimedia, incluyendo empresas de hardware que compran productores de contenido),
mientras la brecha se produce porque quienes crean las tecnologías se adueñan
de ellas.
Algunos
comentaristas piensan que en pocos años este periodismo digital barrerá con el
periódico tradicional de tinta y papel. Lo más probable, es que durante largas décadas
las dos modalidades coexistan como ocurre hoy en día. El periodista tendrá que
adaptarse a los nuevos medios, reeducarse para trabajar en ellos. Deberá
esforzarse en aumentar sus conocimientos en áreas especializadas y estar en la
capacidad de responder y aclarar las dudas e interrogantes de un público que
tiene por primera vez la oportunidad de no ser únicamente un receptor pasivo
sino un activo participante en el proceso informativo. Ello conducirá al
periodista a revalorizar la ética profesional en todos sus aspectos, en
particular en el que se refiere a la veracidad y exactitud de la información
que procesa y transmite y la enorme responsabilidad social que siempre ha tenido.
wao es muy extenso,preferiría que se cuente en el hecho de el comienzo en si, no el desarrollo primero seria bueno contar sobre la escritura cuneiforme que fue utilizado como un medio,se cuenta como parte inicial del periodismo.
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